La cotización del dólar domina el minuto a minuto de la televisión, las radios y los portales reemplazando las reyertas mediáticas de los famosos de turno.
El vencimiento de las Lebacs fue esperado con la misma ansiedad con que muchos aguardaron por conocer el plantel con el que la Selección nacional afrontará el próximo Mundial de fútbol a disputarse en Rusia.
La trama sobre quién iba a encargarse del manejo de los números dominó las páginas de los diarios como si se tratara de una novela en capítulos.
Y hasta el retorno del FMI fue tratado como la antesala del infierno o un gesto más de la mundialización civilizada de mercado donde buenos y malos se rinden ante la lógica de los números.
Cuatro maneras en las que la economía, disciplina que en este mismo espacio presentamos como un eufemismo para no asumir que se trata del capitalismo y sus lógicas, se las ingenia para imperar en nuestro cotidiano.
Ahora bien ¿Cuál es la vinculación real entre la crisis y sus noticias y las vivencias de los cualquiera? O dicho de otro modo ¿es la economía la que determina nuestras posibilidades y potencias?
Mientras bajo el paraguas de la crisis las propias voces establecidas agitan el fantasma de un escenario que remite a diciembre de 2001 nos resistimos a las copias y nos preguntamos ¿cuánto falta para el estallido? Y ¿Qué tenemos que proponer desde la política para no quedar presos de las estadísticas y los guarismos.
Esta medianoche en Después de la Deriva queremos visitar la coyuntura sin perder el eje de nuestro modo de ejercer la resistencia de una subjetividad igualitaria para seguir amasando los modos de inventar los lazos donde recuperemos nuestro pulso humano.
Mientras el gobierno de la alianza Cambiemos es golpeado por una nueva crisis financiera, el precio del dólar se dispara y anuncia un regreso a las fauces del Fondo Monetario Internacional y mientras dirigentes opositores como Luis D`Elía llaman a “conducir a millones de argentinos” para que “Clarín no los conduzca de nuevo al ‘que se vayan todos’”, desde aquí encontramos otra buena excusa para ligar las nociones de catarsis, revuelta y posibilidad.
Lejos de pensar en hallar a la persona que comande, son los ecos de las muchedumbres que hicieron la guerra del agua, asumieron el zapatismo, protagonizaron nuestro 19 y 20, impusieron la primavera árabe, se indignaron en España u ocuparon las plazas griegas, aquellos que agitan los sueños que nos habitan.
Y siguiendo esa huella que el poder pretende arrasar con la gestión, con el clientelismo, con la dádiva o con la represión, esta medianoche vamos a compartir las experiencias y las reflexiones de Stavros Stavrides, un miltante e intelectual griego que pasó por Buenos Aires.
Encontrarnos con Stavrides puso nuevamente en dimensión el peso y la ligazón entre cada uno de esos acontecimientos que la política de arriba apenas atribuye a cismas, a situaciones de desborde temporal, a un malentendido a ser reencausado.
Muy por el contrario, el despliegue de esas vivencias rebeldes, las ideas que las animan y las prácticas que las sostienen, constituyen un hilo muchas veces invisible hasta para quienes las seguimos transitando y hoy, en Después de la Deriva queremos celebrar la posibilidad de ayudar a mantener viva esa chance que tozudamente trabaja para cambiar el mundo.
Hace poco se ha recordado el centenario de la Revolución Rusa y ahora nos enfrentamos con el cincuentenario del Mayo francés. El desafío que proponemos es pensar si hay una relación entre ambos acontecimientos. De haberla, tratar de esclarecer en qué consiste.
Hay quienes creen que la revuelta francesa se inscribe en continuidad con la matriz política que se inaugura con los bolcheviques, su ideología, sus partidos y sus Estados. Otros, [¿entre los que nos encontramos?], afirman que la rebelión del 68 marcó, de una manera aún no esclarecida plenamente, el comienzo del estancamiento y decadencia de las experiencias políticas que vertebraron las luchas revolucionarias del siglo pasado, con todo su esplendor y sus desastres
La irrupción de la juventud al protagonismo político se interpretó como un estallido anárquico y utópico característico de esa edad. Quizás se estaba negando la capacidad política de los estudiantes para fusionarse con los obreros rompiendo con la vieja rigidez del clasismo puro que ubicaba a cada sector social en su rol.
En esas jornadas los obreros produjeron la mayor huelga general de toda su historia, en los momentos en que el “estado de bienestar” les aseguraba económicamente una situación como nunca habían tenido. Entonces esto nos obliga a preguntarnos ¿que instauró la rebelión de mayo? Entró en la escena, además de la explotación del trabajo, la cuestión del poder y la dominación. La percepción que el capitalismo no es solo una máquina de producir explotación y miseria por la plusvalía que extrae, sino que también conforma un sistema de vida que edifica subjetividades asfixiantes. La violenta lucha contra el poder y las jerarquías a favor de una existencia social libre y creativa aparecerá en el mundo. Todas las diferencias ahogadas dirán: ¡aquí estamos!
Quizás este acontecimiento haya empezado a poner fin al sacrosanto principio de que “la economía es el determinante en última instancia de la política”, y abrir la idea de que la política emancipativa avanza forzando todos los imposibles que el sistema capitalista, su Estado y su ideología, desparraman por todo el cuerpo social.
Hoy en la deriva trataremos de pensar si estamos recordando solamente un episodio de locura juvenil, de liberación sexual, y porro libre, como piensan muchos, o nos enfrentamos con una nueva y enigmática llave para abrir un futuro igualitario que se puede sintetizar en la consigna: “seamos realistas pidamos lo imposible”.
La policía asesina a un pibe de 12 años por la espalda. La luz y el gas aumentan más de un 50 por ciento, y el transporte otro tanto, mientras se subsidia a las mineras y al agronegocio. Dos pibes matan a un colectivero porque no los dejó subir gratis de una. Los vecinos y vecinas se organizan contra la “inseguridad”.
¿Por qué mi vecino o vecina que no tiene un mango, labura 10 horas por día y ya no puede pagar la luz y el gas sigue bancando al macrismo y mantiene su odio a la “yegua”, ¿Alcanza con decir que mira sólo TN?
Asistimos a unas, todavía tibias, protestas contra los tarifazos…si realmente el ajuste está destruyendo nuestros bolsillos…¿Por qué no estalló todo por el aire aún? ¿Es solamente porque el peronismo no ordenó sus mandos?
¿Fue el consumo una forma de control social del kircnerismo sobre los denominados “sectores populares” y hoy es razonable entender que se acabó la supuesta fiesta?
¿Sirven hoy las categorías clásicas, incluso las que fueron parte de una lengua revolucionaria, para entender las realidades que se nos imponen?
¿Podemos razonar que el pueblo se “derechizó” y por eso votó a Macri? Más aún y en clave capaz de ampliar sus miras ¿Nos permiten las categorías de derecha e izquierda pensar realmente lo que estamos viviendo?
¿Será que vivimos un mundo que se ha tragado toda política emancipativa y asistimos a la pura supervivencia?
Esta medianoche aspiramos a seguir buceando en busca de las ideas y las denominaciones que sean capaces de intervenir en una realidad compleja y adversa que tiende a ponerse la gorra.
En Después de la Deriva queremos re pensar nuestros propios balbuceos y los del llamado “campo popular” para tratar de entender qué pasa en el país, en los barrios, en las casas y en nosotros mismos.
1) “Post verdad” es un término que se bifurca por tener una vertiente filosófica y otra destinada a consolidar el establecimiento de un consenso generalizado absolutamente funcional con las necesidades del capitalismo.
2) La post verdad quiere minar a todo lo que intente ser un pensamiento, es decir, un discurso que busca argumentar las razones que lo sostienen, alegando que “aquello que lo sostiene es relativo”. Relativo quiere decir que es una de las tantas diferencias particulares en la que es válido apoyar lo que decimos, y como ninguna de ellas puede ser una verdad indiscutible sobre las otras, todo lo que se dice cae en la precariedad de ser una simple opinión.
3) Por eso una (o la ) clave de la post verdad es destruir todo punto de apoyo, y así levantar las compuertas para que la opinión empiece a circular libremente en el mercado de los medios y la opinión pública, tal como lo hacen las mercancías en el entramado económico social del capitalismo, conformando los consensos dentro de los cuales el mundo de hoy nos obliga a “opinar” acerca de nuestra existencia social y política. Las redes de la era digital empalman directamente sobre esta matriz acentuándola a veces a niveles directamente tóxicos.
4) Habría que decir que desde el campo de los que se autotitulan emancipadores (como es el nuestro) no dejamos de estar tomados y asfixiados por la propuesta de la post verdad. Aún no hemos podido dar una respuesta superadora a la alternativa impuesta por el neo-conservadorismo contemporáneo. Porque es cierto que somos herederos de una cierta idea de verdad con la que se conquistó y dominó a muchos pueblos y que aún no estamos seguros de cómo reformular esa poderosa idea para esquivar el dogmatismo, o cómo pensar que una propuesta con valor universal, como la emancipación e igualdad de todos los hombres, no debe caer en la cascara asfixiante de un universalismo ya caduco.
5) También debemos interrogarnos si el sistema social vigente puede resistir impunemente a este virus que él mismo echó a rodar, si no se verá en algún momento necesitado de exhibir aunque sea una parodia de verdad para que las cosas no se les vaya de las manos.
6) En fin, que esta deriva sea un intento para volver polémicamente a pensar sobre la verdad, pero jamás para tirarla a la basura. De esta forma ayudaremos para que lo que está destinado a todos, que es una de las formas de existir la igualdad, no sea encarcelado por el mundo de las identidades, cueva larvada de todos los fascismos.