PROGRAMA #43 8M ¿Que aporta de nuevo la lucha de las mujeres a las luchas emancipativas?

El 8 de marzo, nosotras paramos. Nos paramos. Dice el spot del paro internacional de mujeres, una acción global que por segundo año consecutivo se inscribe como un hecho concreto en un proceso que los feminismos vienen gestando hace años y que se intensificó desde 2015.

Ante esta acción, que sólo para comenzar a hablar consideramos mucho más contundente y novedoso que el llamado a una plaza por parte de los sectores sindicales, nos interesa preguntarnos sobre el potencial del movimiento de mujeres en función de una política emancipativa.

Podemos las mujeres, desde la lucha que en principio parece basada en la identidad de género, trascender esa barrera y liberar a la humanidad toda? Es lícito que nos lo pidamos?

Es posible que los feminismos hayan, cada vez más, incorporado a la demanda de un mundo antipatrarcal la lucha anticapitalista, Será la destrucción del patriarcado la llave para destruir el capitalismo? Es la intención de todos los feminismos?

De ser así, qué pasa con aquellas compañeras feministas que participan de espacios que no cuestionan el capitalismo, sino que, en el mejor de los casos, buscan “volverlo más humano”?.

Aunque asumimos que la brecha laboral es insostenible y que el denominado “techo de cristal” no debería existir, queremos una revolución feminista para que haya más mujeres CEOS? Alcanza con eso para que el mundo sea mejor?

Y para quienes demandan que el feminismo se fusione en la lucha emancipativa a secas, qué nos cuenta la historia sobre el rol asignado a la mujer en las luchas por “universales” anteriores?

Por qué aún en los movimientos en los que nos referenciamos, como puede ser el zapatismo, tiene que haber “una lucha dentro de la lucha” que recuerde que cuando hablamos de igualdad también pensamos en la igualdad de género.

Cómo hacemos, en definitiva, para hacer dialogar nuestra identidad de género con una lucha universal guiada por el principio de igualdad para cualquiera, ese cualquiera al que esta noche le queremos hablar, en esta edición 43 de Después de la Deriva.

 

PROGRAMA #42 ¿Como ampliar la vida politica?

El derrumbe de las experiencias marxistas parece haberle despejado el camino a la pura gestión del capitalismo mientras otras experiencias políticas procuran deshilar las ideas y las prácticas que se desplieguen a partir de nuevas formas de organización.

En esta nueva velada de Después de la Deriva intentaremos bucear en las tensiones entre las formas y los contenidos de esas apuestas políticas que procuran tomar cuerpo haciendo balance del pasado para no reincidir en sus yerros y criticando la bárbara desolación del presente.

¿Es la forma de organización un salvoconducto para inventar modos políticos de intervención? ¿Alcanza la horizontalidad y la decisión asamblearia para estar haciendo política? ¿Es suficiente tomar distancia del Estado y sus mecanismos para entonces crear una subjetividad colectiva capaz de hacerle mella al poder real?

Mientras los apuntes posmodernos de la época condicionan los territorios políticos de acción, nos preguntamos si el tránsito de los movimientos autónomos a la política partidaria es un camino fatal que muestra los límites de una práctica o es la señal inequívoca de procesos que cambian sus principios.

A la vez que florecen hendijas en las que algunos creen ver espacios liberados de capitalismo por donde dar los primeros pasos ¿qué nos muestra el zapatismo al incursionar en el escenario electoral mexicano? ¿hay manera de asir desde hoy la larga experiencia asociativa creada por el anarquismo?

Estamos en problemas y asumirlo quizá sea el primer y necesario paso para resolver las encrucijadas en un imprescindible compás que sea capaz de visitar el ayer y espiar el mañana que es preciso hacer asomar.

 

PROGRAMA #41 ¿Puede el arte cambiar el mundo?

Cuentan que durante la ocupación nazi en Paris, un oficial del ejército alemán asaltó el piso parisino de Picasso y, al ver una fotografía del Guernica, preguntó al artista si lo había hecho él. “No, ustedes lo hicieron”, respondió Picasso. Puede que la historia sea un rumor popular inverificable, pero poco nos importa en este momento.

Hoy queremos indagar en nuestro programa de qué naturaleza es la relación entre el arte y la política, o entre lo artístico y lo político. ¿Es su combinación un gesto necesario para el arte? Y de ser así ¿Cómo asegurarnos que el arte no sirva a los interés de políticas conservadoras?

Durante el Siglo XX quedó más que evidenciado que el vínculo entre los movimientos (artísticos, políticos, científicos y etcétera) que se proponían cambiar radicalmente las cosas era un vínculo más que posible.

Ahora nuestras preguntas giran en torno a las implicancias de esta relación: ¿Es la obra de arte la que hace el vínculo con la política o es el compromiso del artista el que la sostiene? ¿Existe la posibilidad de conservar una autonomía de ambos campos a pesar de fomentar su intersección? Otra cuestión que nos preocupas es si la politización del arteimplica necesariamente incluir distinciones insidiosas como las del “arte popular” y las “bellas artes”, o como antaño lo fue el “arte socialista” y el “arte burgués”.

En definitiva entendemos al arte como una práctica destinada a modificar en el espectador un hábito perceptivo, de crear mediante la disposición de elementos sensibles en el tiempo y en el espacio una forma nueva de experimentar lo sensitivo y por ende una forma nueva de educar la conciencia. Por esto es que pensamos que el arte hoy puede ser una herramienta central a la hora de encarar una tarea política que entendemos es la más urgente. En un mundo signado por el pesimismo y la resignación, donde vemos por todas partes a la creatividad entregarse a construir imágenes de la decadencia y del fin de los tiempos, pensamos que un arte comprometido y militante puede ser de gran ayuda a la hora de crear nuevos imaginarios que nos permitan, si no cambiar al mundo, al menos sembrar en la imaginación la idea de que no es imposible.

PROGRAMA #40 ¿Quién necesita a los héroes?

En la mañana del 8 de diciembre pasado un par de delincuentes abordaron y apuñalaron al turista norteamericano Joe Wolek en La Boca para robarle una cámara fotográfica y otras pertenencias.

Al presenciar la escena, el agente Luis Chocobar que es policía de Avellaneda, decidió intervenir con su arma reglamentaria y asesinó por la espalda al joven de 18 años Pablo Kukoc, uno de los asaltantes.

El hecho, azuzado por la usina pública en torno a la inseguridad y, también, por la denuncia del gatillo fácil policial y la supuesta lucha contra el delito, incluyó un embargo contra Chocobar decidido por el juez de Menores Enrique Velázquez debido a presunto «exceso de legítima defensa».

Pero la trama sumó un capítulo adicional de peso cuando el presidente Mauricio Macri y su ministra de seguridad Patricia Bullrich recibieron a Chocobar en la Casa Rosada en una explícita defensa del policía y, fundamentalmente, de su práctica.

El video difundido horas después de la reunión ratificando que el agente mató por la espalda a Kukoc puso en cuestión el tino del presidentes y sus funcionarios, pero la opinión que circula por los medios y las denominadas redes sociales parece avalar este nuevo gesto oficial en pos de la mano dura.

¿Qué significa entronizar el accionar criminal de Chocobar? ¿Es el de Cambiemos un gobierno impulsor del accionar represivo? ¿Qué diferencia avalar este asesinato a plena luz del día con la política sistemática de desapariciones de pibes pobres que atraviesa toda la democracia?

¿Qué hermana la exaltación de Chocobar con el ascenso del gendarme Echazú implicado en la muerte de Santiago Maldonado y antes con el ascenso de Milani al mando del ejército?

Pero, sin descuidar estas señales inquietantes, en esta cuadragésima Deriva queremos preguntarnos acerca de la construcción del héroe en nuestra sociedad. De los de Malvinas a los del ARA San Juan ¿Qué características tiene un héroe hoy? ¿A quién le sirve? ¿Quién lo necesita?

Agazapados en nuestra guarida de villanos del sentido común, nos lanzamos a un nuevo mar inestable para descomponer la tapa de los diarios y ser capaces de proponer ideas propias y nuestras que sean la criptonita capaz de interrumpir la lógica del poder.