PROGRAMA #277 Feminismos comunitarios frente a extractivismos patriarcales

 

“Hay que dar vuelta el viento. Como la taba. El que no cambia todo. No cambia nada”, contaba hace ya varios años Alfredo Zitarrosa popularizando con su voz un texto de Armando Tejada Gómez.

Hasta hace algunas décadas,  las demandas de los feminismos dentro de los movimientos populares e incluso autoproclamados revolucionarios quedaban en segundo plano porque lo central era la lucha de clases. 

Un montón de testimonios de compañeras dan cuenta de cómo adentro de las organizaciones, las comunidades, etc. el patriarcado se reproducía sin cuestionamiento y los “mejores militantes” eran en realidad machos violentos.

Esto, que hasta hace tiempo era lo cotidiano, hoy resulta inadmisible. Sabemos que capitalismo y patriarcado se retroalimentan y caminan juntos, despojando nuestras cuerpas de los territorios.

Desde ese lugar, algunas compañeras sentimos que algo no anda bien cuando se celebra la llegada de una mujer a un puesto de poder, ya sea dentro del Estado capitalista en el vivimos, ya sea como CEO de una empresa con lógicas y prácticas extractivistas.

¿Qué estamos celebrando? ¿qué importancia tiene para construir un mundo mejor que el explotador sea hombre o mujer? ¿qué cambio sustancial se produce en una estructura de poder porque sus altos mandos sean ocupados por ellas?

Para esta charla, en Después de la Deriva convocamos a les compas Florencia Yaninello e Irina Gari, que desde Bariloche aceptaron el convite del debate.

Sabemos que se trata de un debate incómodo, pero también sabemos que podemos pensar al feminismo como un movimiento que luche por la igualdad, que proponga otras formas de vincularse entre personas, que apueste a la comunidad y no al individuo. Dicho de otro modo, pensamos que estos debates son urgentes para poder patear el tablero en lugar de cambiar sus figuritas y pensar un mundo otro, en el que quepamos todes.

PROGRAMA #276 “Mandato y autodeterminación”

Hablar con Diego Castro, docente e investigador uruguayo e integrante del colectivo Zur-pueblo de voces, es arrimarse a un espejo de prácticas compañeras e ideas emancipatorias, pero además hacerlo en torno al libro “Mandato y autodeterminación. Pistas para desarmar la trampa estadocéntrica”, de reciente edición, añade condimentos al asunto.

Porque el relato propuesto por Castro –más allá de desarrollarse del otro lado del Plata- también interpela fuertemente las prácticas políticas de sectores del denominado campo popular que al desplegarse en la lógica de la representación, de quienes ganan y quienes pierden, no hace más que funcionar en sintonía con los opresores.

En tiempos donde el fantasma fascista encaja a la perfección en la lógica binaria por el mal menor y donde la defensa de lo estatal pasa a ser una cuestión aparentemente central, poner en perspectiva histórica cómo llegamos hasta acá viene a demostrar que repetir caminos y procedimientos llevan una y otra vez hacia el mismo abismo ¿Por qué entonces insistir con las recetas conocidas en lugar de atrevernos a lo nuevo que brota y late?

Desde el pasado y hacia el presente, el libro de Castro desnuda sin necesidad de la declamaciones grandilocuentes un tipo de subjetividad ligada a las formas estatales que más que en un laberinto nos colocan en un callejón sin salida como bien lo explica en un reportaje publicado en Zur: “Me hice la pregunta de cómo podría ser una política protagónica de lo social que no obviara la existencia de una política de Estado o una política estatal o estadocéntrica, peroque no se subordinara a ella” y respondiendo esa inquietud desde una descripción analítica, nos convida a inventar.

Con esa impronta se diferencia sin maquillaje entre el mandato y la demanda; mientras el mandato identifica el problema, lo asume y propone cómo resolverlo, la segunda opción delega la solución y celebra la dependencia.

En un 2023 donde en Argentina nos enfrentamos a un desolador panorama electoral, el extractivismo voraz desconoce toda grieta y los grupos políticos, sindicales y sociales giran en torno a palabras y ejercicios gastados, el texto de Castro es otra invitación a la aventura de pensarnos y actuar en consecuencia.

Vaya este diálogo como un aporte más de “Después de la Deriva” a la imperiosa necesidad de encontrarnos en la construcción de una comunidad de iguales que sin intermediarios se ponga a forjar ese mundo liberado de la explotación y sus secuaces.

PROGRAMA #274 DECLARACION DE GUERRA

El anuncio del titular del Estado Mayor Conjunto, Teniente General Juan Martín Paleo acerca de la movilización de fuerzas militares en ocho planes de campaña de áreas que denominó de «recursos naturales y espacios soberanos» como Vaca Muerta, el Atlántico sur y zonas de extracción de litio, nos exime de cualquier análisis o discurso retórico acerca de la guerra declarada contra las comunidades y los territorios.

La avanzada militar sobre regiones con riquezas naturales que el sistema traduce en acciones de extractivismo, a la vez que muestra la disposición para la represión en pos de concretar su plan de saqueo, pone sobre la mesa que más allá de las elecciones presidenciales de este año y la amenaza del potencial desembarco de la derecha reaccionaria en las altas esferas gubernamentales, el enemigo está cada vez más desplegado e instalado en el poder.

Esta confesión de partes que asumen quienes tienen a su cargo la mera gestión del capital, achica hasta casi hacer invisible el margen de maniobra para aquellas personas que prefieren distraerse, mirar hacia otro lado y maquillar la nula posibilidad que la democracia de palacio tiene para discutir una agenda capaz de contemplar los derechos ganados de colectividades afincadas en tierras que para para el pillaje son apenas “zonas de sacrificio” en nombre del progreso.

Pero, ciertamente, ni las agrupaciones que se pintaron de verde de ocasión ni las organizaciones autodenominadas populares que acompañan estas administraciones y, por tanto, son cómplices del exterminio, pueden balbucear alguna razón más o menos decente o desarrollista que avale este atropello al que ahora se suman las fuerzas militares con su promesa de bala y garrote para garantizar aquello que debe ser hecho.

Es ante este panorama brutal –por lo violento y explícito- que las palabras que el investigador y docente catamarqueño Horacio Machado Aráoz regaló acerca de la noción de los derechos humanos en el marco de la celebración por las dos décadas del No a la Mina en Esquel, resuenan como toma de posición y también como senda a transitar entre modelos profundamente irreconciliables que, por si vale aclararlo, no son los que cacarean a ambos lados de la supuesta grieta.