La cotización del dólar domina el minuto a minuto de la televisión, las radios y los portales reemplazando las reyertas mediáticas de los famosos de turno.

El vencimiento de las Lebacs fue esperado con la misma ansiedad con que muchos aguardaron por conocer el plantel con el que la Selección nacional afrontará el próximo Mundial de fútbol a disputarse en Rusia.

La trama sobre quién iba a encargarse del manejo de los números dominó las páginas de los diarios como si se tratara de una novela en capítulos.

Y hasta el retorno del FMI fue tratado como la antesala del infierno o un gesto más de la mundialización civilizada de mercado donde buenos y malos se rinden ante la lógica de los números.

Cuatro maneras en las que la economía, disciplina que en este mismo espacio presentamos como un eufemismo para no asumir que se trata del capitalismo y sus lógicas, se las ingenia para imperar en nuestro cotidiano.

Ahora bien ¿Cuál es la vinculación real entre la crisis y sus noticias y las vivencias de los cualquiera? O dicho de otro modo ¿es la economía la que determina nuestras posibilidades y potencias?

Mientras bajo el paraguas de la crisis las propias voces establecidas agitan el fantasma de un escenario que remite a diciembre de 2001 nos resistimos a las copias y nos preguntamos ¿cuánto falta para el estallido? Y ¿Qué tenemos que proponer desde la política para no quedar presos de las estadísticas y los guarismos.

Esta medianoche en Después de la Deriva queremos visitar la coyuntura sin perder el eje de nuestro modo de ejercer la resistencia de una subjetividad igualitaria para seguir amasando los modos de inventar los lazos donde recuperemos nuestro pulso humano.

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