PROGRAMA #194 Cine que nos mira

Luz, cámara y, sobre todo acción. Esta noche el cine pensado y usado como foco político es asunto para presentar y charlar aquello que el sistema oculta y archiva pero que la persistencia del documento cinematográfico coloca en pantalla para, al mismo tiempo, preservar y hacer renacer.

Hoy en La Tribu nos visitan Patricio Escobar y Lucía Casado, integrante del colectivo Silbando Bembas, quienes por estos días salen a mostrar respectivamente sus nuevas y valiosas películas: “Bufones de la risastencia” y “La Sesenta-Crónicas de una lucha obrera”.

En charla con este par de compañeres aparece claramente la noción del cine como herramienta para otra subjetivación y cómo su uso libre y popular sirve también para empujar causas, mostrar ejemplos, narrar procesos invisibilizados o denunciar las miserias de la lógica imperante y a sus responsables.

Mientras Silbando Bembas cuenta la lucha gremial de trabajadores de la línea de colectivos 60 contra la explotación patronal, la inacción del Ministerio de Trabajo y la burocracia de su sindicato de referencia, la Unión Tranviarios Automotor; el filme de Escobar rescata la figura del bufón y su presencia histórica para potenciar desde el humor la necesidad de aquellos personajes capaces de burlar la aparente normalidad, de violentar la norma.

Así y mientras la industria audiovisual local agoniza otra vez entre los laberintos de la rueda estatal de leyes, falta de fondos y políticas brumosas, acercamos dos ejemplos de muchos de los que deciden asumir el riesgo de enfrentar a la realidad con otro lente y echar a rodar la experiencia.

En Después de la Deriva apagamos las luces que encandilan e impiden ver e invitamos a un martes de película donde afilamos las miradas que nos permitan moldear las formas del mundo criminal que rechazamos y, en cambio, iluminar ese futuro de iguales que nos urge construir.

PROGRAMA #193 Músicas de esta tierra

¿Cuál es la vinculación entre las artes y la coyuntura? ¿De qué manera aquella persona que crea se deja atravesar por el contexto sin por ello caer en la tentación de re-presentarlo? Son apenas algunas de las nociones que esta noche en La Tribu nos llevan a viajar por pentagramas, arpegios, acordes, melodías e ideas.

Por un lado Raly Barrionuevo desde Unquillo y habiendo recién lanzado su nuevo álbum “1972”, decide mantenerse lejos de los escenarios sin disimular su hastío por los engranajes de la lógica del espectáculo.

Y, por el otro, Alejandro Ciancio con el estreno de “Candombe para mi barrio”, reafirma desde Entre Ríos su ligazón con una obra interpelada por los extractivismos, por la defensa socioambiental.

Ambos músicos ligados a los sonidos folclóricos, con sus distintas dimensiones estéticas y de impacto, comparten esa posición sobre los territorios y militan en organizaciones en una praxis desde la que definen su carácter de compañeros de causas que rechazan las políticas de saqueo y destrucción de ecosistemas y poblaciones.

Cada uno de ellos exploran en Después de la Deriva esas posiciones políticas y vitales al mismo tiempo que dialogan con unas obras que dan cuenta de dolores, compromisos, memorias y alegrías que conjugan pluralmente, que a su modo musicalizan un tiempo y un espacio.

Ciancio y Barrionuevo son, cada quién con sus particularidades, dos referencias posibles acerca de cómo la música dialoga con el entorno y sirve tanto para la denuncia como para el encuentro, para la celebración tanto como para la bronca.

En Después de la Deriva proponemos así un espacio para apreciar de qué manera los artistas tensionan sus propias intimidades y las ponen a consideración en un juego comunitario donde la música es vehículo, vivencia, expresión y herramienta para actualizar cada vez esa utopía que promete y propone que “una canción puede cambiar el mundo”.

PROGRAMA #192 A 25 años del nacimiento piquetero

25 años atrás y como respuesta a la fiesta privatizadora con la que el menemismo cambió de cuajo el país, desde la provincia de Neuquén y más precisamente en el conglomerado Cutral Có-Plaza Huincul, la ciudadanía halló otra forma de organizarse y resistir para empezar a dar una respuesta a las renovadas formas del saqueo.

Trabajadoras y trabajadores que perdieron sus empleos debido a la privatización de YPF decidieron reunirse para reclamar y exigir en asambleas y cortes de ruta y así alumbraron una manera de luchar que la lengua popular denominó piqueteros.

Por fuera de toda estructura organizativa conocida, asumiendo su identidad marginada de sin-empleo que de todos modos se asume como clase trabajadora, allí en el sur nació una modalidad de reconocerse y pelear que desde entonces tiñó la política argentina.

El reguero de miseria de la gestión menemista encontró a partir de aquella pueblada un ejemplo posible para reunir fuerza y expresar broncas y demandas y el movimiento piquetero –con sus muy diversas particularidades- devino en actor protagónico de unos años que tuvieron su expresión cúlmine en diciembre de 2001.

Para visitar y reponer aquella memoria esta noche acercamos a La Tribu al compañero Vasco Rene Irurzun militante y participe de aquella pueblada historica y tambien a Andrea Andújar y  Neka Jara, dos militantes (una como historiadora, la otra como integrante de distintas colectivas autónomas desde entonces) que suman saberes y experiencias a la gesta de abajo que se erige como referencia posible.

De la evocación a la crítica sobre el presente, con ambas visitaremos aquella historia fundacional que por su propio carácter plebeyo no sembró funcionarios ni candidatas pero sí una huella profunda para transitar los modos de hacer temblar al sistema.

A un cuarto de siglo de aquella epopeya y en tiempos donde la inmensa mayoría de un pobretariado que continúa creciendo al calor de las mieles del capitalismo se agrupa en organizaciones verticales asimiladas a la lógica del poder burgués, en Después de la Deriva queremos recoger esa herencia para ayudar a inventar nuevas y mejores comunidades que seamos capaces de afirmar la igualdad como principio.

PROGRAMA #191: De muertes, memorias y legados

La muerte, siempre dolorosa e incierta al menos para gran parte de la cultura occidental, viene a sacudir los cimientos de la normalidad y aunque en este país siempre y en estos tiempos también nos acostumbramos a las partidas, cada pérdida deja su huella.

Con diferencia de semanas murieron Alcira Argumedo y Horacio González, sociólogos ambos pero, además y fundamentalmente, dos militantes apasionados, referencias posibles para pensar y hacer un país, un territorio, distinto a este que habitamos a cascotazos, con rabia y rabietas.

Y, sin embargo, un par de voces que en sus acciones políticas no siempre acompañaron el vuelo de sus textos, de sus gestos menos públicos, quizá intentando mostrar en sus parábolas personales y humanas un rasgo tranquilizadoramente imperfecto o, en definitiva, asumiendo el abrumador peso de lo aparentemente posible en el mundo real de la gestión, de la máquina de subjetivizar.

¿Importa más la obra o la persona? ¿Dónde termina el cuento y comienza la vida? ¿Lo personal es político? ¿El peronismo no hace más que tamizar toda imaginación para perpetuarse como alternativa, solución y garantía?

Son preguntas que rondan a Alcira y a Horacio, a Horacio y a Alcira y que esta noche de martes en La Tribu apenas balbuceamos entre los haces de ideas y coherencias que nos regalan nuestros dos invitados de hoy: Andrés Dimitriu, docente e investigador de la Universidad Nacional de Comahue y miembro de la Asamblea Coordinadora Patagónica por la vida y el territorio contra el Saqueo y la Contaminación, más cercano a ella; y Eduardo Glavich, filósofo, docente, investigador y un férreo y consecuente militante anti-capitalista en los claustros y fuera de ellos, quien tuvo vínculo con él.

Vaya esta charla, las anécdotas, las infidencias, los acuerdos y las disidencias como destellos posibles de una existencia en la que compartimos el desvelo por un mundo que agoniza en esta etapa capitalista de profundización de la depredación.

Una nueva velada de Después de la Deriva en la que referir a la muerte nos ubica en la senda de una vitalidad inconforme y comprometida, esa que nos permite seguir reclamando justicia y castigo a todos los responsables políticos y materiales de los asesinatos de otro par de referentes, Maxi Kosteki y Darío Santillán, a 19 años de un crimen de Estado cuya impunidad desnuda el carácter del régimen que nos oprime.

PROGRAMA #190 Travesía por la vida

A estas horas del martes la tripulación de la embarcación La Montaña, integrada por siete personas de las comunidades originarias que son parte del movimiento zapatista y que surcaron el Atlántico durante 50 días como el Escuadrón 421, estarán desembarcando en Vigo tras haber tocado las costas españolas el pasado domingo.

La epopeya marítima que es parte de una denominada Gira Zapatista “Travesía Por La Vida. Capítulo Europa” busca, al mismo tiempo, visibilizar el presente zapatista y seguir tendiendo puentes desde la construcción autonómica sostenida en la selva Lacandona al mundo.

En Después de la Deriva quisimos conocer a parte de quienes participarán de estos intercambios de rebeldías y experiencias y por ello hablamos con militantes en Escocia y Dinamarca. Más allá de las distancias, los modos, los entornos y los idiomas, no dejó de ser reconfortante ratificar que hablamos una misma lengua.

Esta comprobación efectiva grafica la parábola universal zapatista como experiencia política que sembrada entre las poblaciones indígenas mexicanas nos pone a pensar y a dialogar abajo y a la izquierda a personas de muy distintas latitudes y recorridos.

Este cruce fantástico entre el reconocimiento de identidades diversas puestas a accionar un ideario común capaz de integrar esas diferencias para construir y expandir formas de vida que respeten a la naturaleza y a las diversidades que somos parte de ella, es un legado vivo que el zapatismo ya construyó y que nos invita a seguir tejiendo entre un amplio nosotros, nosotras, nosotres.

Claro que esa ronda, aunque sea con cada quien a su modo, conlleva asumir compromisos colectivos y también identificar claramente un enemigo con el que no se pacta y al que no se disfraza: el capitalismo y sus lógicas.

Subidos a ese barco donde no viaja la conquista ni la mercancía y también sintiéndonos huéspedes defendiendo causas, consignas y territorios, en “Después de la Deriva” entregamos otro documento de un viaje imposible, de unas juntadas inimaginables, de unos lazos donde no hay representantes, especialistas ni candidatos a qué votar, donde el sentido común explotador y pragmático no tiene cabida.

Mostrar esta agenda de una profunda liberación, soñar con esos otros mundos donde un montón de cualquieras hacen y postulan formas muy otras de relacionarse y convivir, son parte de la apuesta que le da sentido a este programa, a ser parte de los 32 años de La Tribu.