A estas horas del martes la tripulación de la embarcación La Montaña, integrada por siete personas de las comunidades originarias que son parte del movimiento zapatista y que surcaron el Atlántico durante 50 días como el Escuadrón 421, estarán desembarcando en Vigo tras haber tocado las costas españolas el pasado domingo.

La epopeya marítima que es parte de una denominada Gira Zapatista “Travesía Por La Vida. Capítulo Europa” busca, al mismo tiempo, visibilizar el presente zapatista y seguir tendiendo puentes desde la construcción autonómica sostenida en la selva Lacandona al mundo.

En Después de la Deriva quisimos conocer a parte de quienes participarán de estos intercambios de rebeldías y experiencias y por ello hablamos con militantes en Escocia y Dinamarca. Más allá de las distancias, los modos, los entornos y los idiomas, no dejó de ser reconfortante ratificar que hablamos una misma lengua.

Esta comprobación efectiva grafica la parábola universal zapatista como experiencia política que sembrada entre las poblaciones indígenas mexicanas nos pone a pensar y a dialogar abajo y a la izquierda a personas de muy distintas latitudes y recorridos.

Este cruce fantástico entre el reconocimiento de identidades diversas puestas a accionar un ideario común capaz de integrar esas diferencias para construir y expandir formas de vida que respeten a la naturaleza y a las diversidades que somos parte de ella, es un legado vivo que el zapatismo ya construyó y que nos invita a seguir tejiendo entre un amplio nosotros, nosotras, nosotres.

Claro que esa ronda, aunque sea con cada quien a su modo, conlleva asumir compromisos colectivos y también identificar claramente un enemigo con el que no se pacta y al que no se disfraza: el capitalismo y sus lógicas.

Subidos a ese barco donde no viaja la conquista ni la mercancía y también sintiéndonos huéspedes defendiendo causas, consignas y territorios, en “Después de la Deriva” entregamos otro documento de un viaje imposible, de unas juntadas inimaginables, de unos lazos donde no hay representantes, especialistas ni candidatos a qué votar, donde el sentido común explotador y pragmático no tiene cabida.

Mostrar esta agenda de una profunda liberación, soñar con esos otros mundos donde un montón de cualquieras hacen y postulan formas muy otras de relacionarse y convivir, son parte de la apuesta que le da sentido a este programa, a ser parte de los 32 años de La Tribu.

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