Este último programa de 2022 de “Después de la Deriva” no solamente cierra un año de intensa y profusa actividad donde logramos el objetivo de hacer de este espacio un lugar fecundo para presentar e intervenir en experiencias de resistencia y creación, sino que también completa en una segunda entrega un perfil vital de nuestro compañero Raúl Cerdeiras.
Si algunos martes atrás y gracias al diálogo con Alejandro Cerletti, otro compañero que supo ser parte de este ciclo en sus comienzos, allá por mayo de 2017, pudimos descubrir algunos motores que perfilan el mundo de ideas que Cerdeiras sostiene e impulsa, hoy abordaremos el costado más marcadamente político de ese campo intelectual.
A tono con una prédica consecuente que supo plasmar en las revistas Acontecimiento, Raúl insiste en la necesidad de atrevernos a hacer un balance de la fallida experiencia comunista para poder superar aquel traspié y no dejar el inventario en manos de la gestión capitalista con sus bastiones de la democracia y la representación.
Convencido que el recurso de representar a las víctimas es una trampa sistémica que impide toda apuesta nueva, Cerdeiras da cuenta de una necesidad de reponer la política como actividad central y autónoma y en esa observación cuestiona los espasmos de la actividad partidaria local y visita la experiencia zapatista como posibilidad a explorar aunque marcando también las limitaciones que observa en ella.
En este martes, además, visitaremos la dimensión formadora de este personaje gracias a un diálogo franco, intimista y apasionado con el artista Julio Chávez que por siete años se formó en los grupos de estudio de Cerdeiras.
Las posiciones en las que Raúl mete cuerpo y cabeza, que son parte de los afluentes que conforman un cuerpo de gestos que -junto a otros- estructuran este envío y operan como algunas de las definiciones posibles que nutren la lengua de lo que hablamos por aquí.
En busca de seguir construyendo esos puentes por la emancipación, nos sentimos orgullosos haber puesto las palabras en acto en un 2022 cargado de nuevos desafíos que queremos seguir transitando con la potencia de un hacer que se piensa de manera horizontal y que mira hacia un futuro cada vez más urgente.
Este programa, “Después de la Deriva”, que hoy cumple 259 presencias en los martes de La Tribu, es un espacio que revindica y celebra la gesta popular colectiva de los y las cualquieras que estalló 21 años atrás, en diciembre de 2001, pero que en verdad se fue entretejiendo primero como resistencia al menemato y luego como gestos comunitarios de piquetes, trueques y asambleas.
Hecha esta aclaración que podría ser innecesaria para quien escuche apenas la cortina de este envío pero que a algunas personas de por acá nomás se les pasó de largo al momento de hablar y pensar sobre esos acontecimientos, esta noche ponemos a rodar de nuevo esas ideas y esos sucesos porque sentimos que allí anida una huella, una posibilidad, una amenaza.
En un país que más allá de la alegría popular que regaló el Mundial de Fútbol bate records de desigualdad y no para de fabricar pobreza e indigencia, nos cuesta creer y aceptar mansamente que tanta gente siga postulando que los mecanismos de la mera gestión del capital manejados por especialistas de la política sea el camino y, en cambio, el recuerdo de 2001 esté teñido solamente de crisis.
Por eso 19 y 20 de diciembre funcionan como una contraseña que nos junta y que nos anima a recordar la manera en el que pueblo organizado abajo y a la izquierda fue buscando las maneras de enfrentar una de las tantas debacles cíclicas del sistema que nos oprime, de qué manera se opuso al Estado de Sitio porque el idioma del poder no significa nada en nuestras lenguas y cómo la represión y la muerte siguen exigiendo memoria y justicia.
Para reponer esas nociones necesarias que nos permitan ver la película completa volvemos a tener por aquí al documentalista Patricio Escobar y con un poderoso testimonio grabado también al físico Rodolfo “Willy” Pregliasco, protagonista científico del documental “Maelström 2001” que Juan Pollio dirigió para el Conicet y que el fin de semana pasado tuvo un par de funciones de estreno en Buenos Aires.
Vayan estas voces compañeras para seguir horadando las malas evocaciones, las trampas del discurso de arriba, el baile de los oportunistas y, en cambio, nos sirvan para continuar sembrando las preguntas, los encuentros y las acciones que nos permitan hacer trizas esta lógica voraz e injusta que se presenta como la única normalidad posible.
Quizás se trate de unos de los asuntos de los que tenemos menos costumbre a hablar desde los territorios a pesar de su eterna abundancia. Es que aún en aquellos que tenemos cercanía, el mar suele aparecer solo de manera excepcional. Y en ocasiones, cuando lo hace, el mar aparece como lo oculto, como lo lúdico o como lo explotable. Sin embargo, de manera creciente en los últimos años el mar como parte del territorio y como ecosistema fundamental ha tomado mayor protagonismo en nuestro país. Y en esa expansión se dio la relación enorme y estrecha que tenemos con el mar.
En este programa número 258 de Después de la Deriva, el mar como territorio se hace presente. De la mano de compañeros y compañeras de diferentes lugares del país trataremos de pensar cómo el mar se articula con la resistencia y deseo de las comunidades, y, cómo en oposición, desde los extractivismos el mar aparece apenas como un medio, un lugar para tapar desastres o para sacarle la última gota de rédito. Va este programa especial que busca ayudar a conectar y tejer puentes, porque también sabemos que el mar, al igual que las búsquedas de las comunidades, no tienen fronteras.
En tiempos donde el aparente paradigma desarrollista se maquilla de nacional y popular para procurar convertir extractivismo y saqueo en prácticas necesarias para mejorar la vida de millones personas con su oleada de progreso y valor agregado, muchas veces rehusamos dar esa discusión por falaz e incompleta.
Pero también es cierto que en otras tantas ocasiones y más allá del respeto a los territorios y a quienes ocasionalmente los ocupan y defienden, nos cuenta enfrentar el cuento entre el supuesto avance tecnológico o parar la rueda loca del consumo.
Sin embargo, desde España hay al menos una voz que desde hace años se sostiene combatiendo esa lógica del atraco y la destrucción y esa es la del politólogo y escritor anarquista Carlos Taibo.
Jubilado de sus labores como docente universitario, Taibo viene produciendo literatura y charlas donde sostiene y explica la teoría del decrecimiento como el único antídoto a mano para frenar la destrucción que acecha y a la que denomina, sin vueltas, como colapso.
Pero últimamente, además, y a partir de su más reciente libro “Eco-fascismo”, Taibo denuncia que quienes empujan la catástrofe son los dueños del mundo capitalista y colonial y que su plan criminal es el exterminio de una porción de la población para mejor apropiarse de las tierras y sus recursos.
Desde España donde vive y agita, el intelectual y activista reúne esos conceptos escritos, pensados y sostenidos en diversos encuentros en una charla que se nos antoja imprescindible en contextos de pillaje y confusión.
De la hipótesis al vaticinio que encuentra culpables, en Después de la Deriva gozamos con este intercambio que nos suma argumentos y claridades a un contexto donde el oportunismo y el mal menor pretenden imponernos condiciones.
Vuelan estas ideas y palabras con una lengua del común que debe encontrarnos en la misma pelea que no puede ser solamente de resistencia al pillaje sino la que nos regale el diccionario desde donde decir y sostener con el cuerpo que para cuidar la casa el único modo es una conciencia activa por la emancipación.