Según las estadísticas oficiales hay en Argentina unos 5.000 basurales a cielo abierto . Cinco mil lugares con montañas que llegan a una altura similar a las sierras del sistema de Tandil.  Cinco mil territorios donde el aire, el suelo y el agua están contaminados seguro al menos por la existencia de estos basurales.

María Inés Roldan, una vecina de González Catán, nos cuenta que en su territorio además del basural a cielo abierto también hay cuatro cementerios, una cárcel, una fábrica de amianto y un cementerio de autos de la policía.

En otras latitudes, los basurales probablemente estén acompañados de fábricas que vierten sus residuos tóxicos a los cauces de agua, mosquitos que pasan fumigando campos, etc. etc. etc.

La particularidad de esta temática es que nadie niega que se trata de un problema, el propio Estado reconoce su efecto contaminante y, sin embargo, nadie hace nada -o al menos lo que se hace es insuficiente- y las y los vecinos mueren de enfermedades que ni siquiera se diagnostican.

En otra parte de la Provincia de Buenos Aires, el Gobierno avanza con la idea de instalar un reactor de energía nuclear de origen chino y asambleas de vecinas y vecinos de Trelew, Valcheta, La Rioja, San Miguel de Tucumán, Zárate, Mar del Plata realizarán entre el 22 al 30 de abril actividades locales para rechazar ese proyecto y toda la política nuclear del Estado y a nivel país se convocó a una Marcha Plurinacional Antinuclear para el 23 de abril.

Estas problemáticas, aparentemente inconexas, tienen una matriz común: son producto de la acumulación del capital que, de forma cada vez más clara, se presenta como incompatible con la vida.

En Después de la Deriva entendemos la complejidad de la realidad, no se trata de pensar en salvar una especie sino a la humanidad toda, cada vez más cerca de su extinción.

Para qué necesitamos la energía si no tendremos agua, aire, si los suelos estarán contaminados, es una pregunta que también corresponde hacerse, y de manera urgente. La idea de que el capitalismo puede volverse «verde» parece improbable porque aún asumiendo que si no se reinventa el planeta deja existir, la contradicción entre sus fines y sus medios es tan grande que esta vez no podrá resolverlo. Es hora de poner en marcha otro mundo, de lo contrario, ya no habrá mundo por cambiar.

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