Hay una guerra.
La que Rusia lanza sobre Ucrania, la que los poderosos del mundo ven por las redes sin poner su pellejo en las jugadas siniestras de la geopolítica.
Hay una guerra.
Es por el agua, la vomitan los que vienen por ella para proyectos megamineros, los que la envenenan con agrotóxicos, los que la roban a fuerza de arrasar, quemar, contaminar.
Y en esta guerra, con armas o acciones, con leyes o bombardeos, con tiranías o democracias, con la tutela del FMI, con la dictadura minera, a sol y a sombra, aquí tomamos partido y celebramos la grieta que nos pone donde queremos estar.
Por eso esta noche en Después de la Deriva hablamos con Ezequiel Moreno, uno de los caminantes de la Asamblea El Algarrobo de Catamarca que desde el 23 de febrero inició una recorrida de más de 1.300 kilómetros visitando lugares donde el extractivismo ataca en visitas testimoniales y enlazadoras que llegaron hasta las sedes porteñas donde mandan los funcionarios de la justicia para entregar dos petitorios para frenar el criminal Proyecto MARA.
Y también recibimos al artista Carlos “Negro” Aguirre y a Enzo Culasso de la Multisectorial de los Humedales de Paraná que para el domingo próximo anuncia un gran Festival por el Agua en la Plaza de las Colectividades de la capital entrerriana.
Porque hay una guerra a la vieja y criminal usanza también hacemos nuestras las palabras del Ejército Zapatista de Liberación Nacional que alertan sobre la necesidad de re-conocernos más allá de estados y gobiernos para dar nuestras batallas que no son las del conflicto bélico de los ejércitos y la tecnología.
El agua, los territorios y las personas que habitamos en ellos y debemos entender que andamos de paso y debemos cuidarlos y cuidarnos, son los asuntos de siempre que retomamos con rabia, con dolor, con convicción, con la certeza de que ya no podemos esperar más nada y a más nadie para construir el mundo que nos cobije y merezca, libres y conscientes.

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