La larga lucha del pueblo kurdo por su construcción autonómica en pleno territorio del Medio Oriente que es zona de disputas geopolíticas de los dueños del planeta, es una gesta que merece ser visitada y contada por cuestiones ligadas a nociones de organización, de determinación política y de nuevas subjetividades en vuelo.

En medio de un clima bélico donde Siria, Turquía, Irán, China, Estados Unidos y Rusia agitan sus intereses, el pueblo kurdo sostiene a partir de la fórmula del Confederalismo Democrático propuesto por Abdullah Öcalan en marzo de 2005 una modalidad de existencia por fuera de toda estructura estatal a la que suple por una organización civil, ecológica y anti-patriarcal que asume la convivencia de la diversidad de etnias y religiones de la región.

La detención de Öcalan, en febrero de 1999, no detuvo ese proceso y las campañas exigiendo su liberación que se reactualizan cada octubre son una buena excusa para volver sobre el asunto más general.

Con ese propósito en Después de la Deriva y gracias al empuje del compañero y militante colombiano Manuel Rozental, charlamos con él desde el Cauca, con el admirado Raúl Zibechi recién regresado a Montevideo tras haber asistido en unas jornadas europeas sobre la cuestión kurda y con el periodista e integrante del congreso nacional de Kurdistán, Erol Polat, ahora en Bruselas.

El diálogo sincero y una lengua común en torno a la construcción de comunidad como antídoto a la barbarie del capital, regala una cumbre de ideas y acciones que aunque aparentemente lejanas laten cerca en la noche de La Tribu y dan cuenta vívida de ese credo por abajo y a la izquierda que el zapatismo también sostiene desde 1994 en el suroeste mexicano.

Y aunque seamos cuatro muchachos dando cuenta de ese proceso asombroso también llamado La Revolución de las Mujeres, queda el compromiso público para que sean ellas las que próximamente nos regalen otro conversatorio acerca de lo que florece en Kurdistán.

Mientras tanto es esta una invitación a escuchar y a aprender acerca de esta trabajosa apuesta que diariamente resiste con formas muy otras a la probada medicina de las naciones y sus estados que hacen honor al refrán acerca de que es peor el remedio que la enfermedad.

La experiencia kurda, el sostenimiento de experiencias colectivas que inventan y ejercen lo alternativo, el principio igualitario y el arduo camino de la liberación, son tópicos que viajan, nos alcanzan, nos empapan, nos comprometen a seguir mostrando que hay otro mundo por hacer y el tiempo es ahora.

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