El 25 de mayo pasado organizaciones sociales, políticas y sindicales se concentraron al grito de Defendamos la Patria. Esta palabra, largamente utilizada tiene implicancias polìticas, històricas y sus sentidos cambian rotundamente depende de quien la enuncia. No es lo mismo el viva la Patria dicho por el presidente Mauricio Macri, que por esa plaza plagada de pueblo, O sì?
En Después de la Deriva queremos aprovechar la efemérides del 25 de mayo para pensar que era la Patria en 1810, cuál era el sentido de defender esa idea, cómo se pensó la idea de Patria Grande…
Y mas acá, qué quieren decir los sectores conservadores cuando hablan de Defender la Patria? y cuando lo hacen los sectores populares?
Convencidos de que una sociedad emancipada no puede tener fronteras, de que una nueva política basada en los principios de igualdad no puede pensarse sino es para toda la humanidad, queremos esta noche pensar en repensar la «Patria», y bajo qué otras ideas podríamos abrazarnos cuando nos queremos defender de la globalizaciòn del capital.
La cotización del dólar domina el minuto a minuto de la televisión, las radios y los portales reemplazando las reyertas mediáticas de los famosos de turno.
El vencimiento de las Lebacs fue esperado con la misma ansiedad con que muchos aguardaron por conocer el plantel con el que la Selección nacional afrontará el próximo Mundial de fútbol a disputarse en Rusia.
La trama sobre quién iba a encargarse del manejo de los números dominó las páginas de los diarios como si se tratara de una novela en capítulos.
Y hasta el retorno del FMI fue tratado como la antesala del infierno o un gesto más de la mundialización civilizada de mercado donde buenos y malos se rinden ante la lógica de los números.
Cuatro maneras en las que la economía, disciplina que en este mismo espacio presentamos como un eufemismo para no asumir que se trata del capitalismo y sus lógicas, se las ingenia para imperar en nuestro cotidiano.
Ahora bien ¿Cuál es la vinculación real entre la crisis y sus noticias y las vivencias de los cualquiera? O dicho de otro modo ¿es la economía la que determina nuestras posibilidades y potencias?
Mientras bajo el paraguas de la crisis las propias voces establecidas agitan el fantasma de un escenario que remite a diciembre de 2001 nos resistimos a las copias y nos preguntamos ¿cuánto falta para el estallido? Y ¿Qué tenemos que proponer desde la política para no quedar presos de las estadísticas y los guarismos.
Esta medianoche en Después de la Deriva queremos visitar la coyuntura sin perder el eje de nuestro modo de ejercer la resistencia de una subjetividad igualitaria para seguir amasando los modos de inventar los lazos donde recuperemos nuestro pulso humano.
Mientras el gobierno de la alianza Cambiemos es golpeado por una nueva crisis financiera, el precio del dólar se dispara y anuncia un regreso a las fauces del Fondo Monetario Internacional y mientras dirigentes opositores como Luis D`Elía llaman a “conducir a millones de argentinos” para que “Clarín no los conduzca de nuevo al ‘que se vayan todos’”, desde aquí encontramos otra buena excusa para ligar las nociones de catarsis, revuelta y posibilidad.
Lejos de pensar en hallar a la persona que comande, son los ecos de las muchedumbres que hicieron la guerra del agua, asumieron el zapatismo, protagonizaron nuestro 19 y 20, impusieron la primavera árabe, se indignaron en España u ocuparon las plazas griegas, aquellos que agitan los sueños que nos habitan.
Y siguiendo esa huella que el poder pretende arrasar con la gestión, con el clientelismo, con la dádiva o con la represión, esta medianoche vamos a compartir las experiencias y las reflexiones de Stavros Stavrides, un miltante e intelectual griego que pasó por Buenos Aires.
Encontrarnos con Stavrides puso nuevamente en dimensión el peso y la ligazón entre cada uno de esos acontecimientos que la política de arriba apenas atribuye a cismas, a situaciones de desborde temporal, a un malentendido a ser reencausado.
Muy por el contrario, el despliegue de esas vivencias rebeldes, las ideas que las animan y las prácticas que las sostienen, constituyen un hilo muchas veces invisible hasta para quienes las seguimos transitando y hoy, en Después de la Deriva queremos celebrar la posibilidad de ayudar a mantener viva esa chance que tozudamente trabaja para cambiar el mundo.
Hace poco se ha recordado el centenario de la Revolución Rusa y ahora nos enfrentamos con el cincuentenario del Mayo francés. El desafío que proponemos es pensar si hay una relación entre ambos acontecimientos. De haberla, tratar de esclarecer en qué consiste.
Hay quienes creen que la revuelta francesa se inscribe en continuidad con la matriz política que se inaugura con los bolcheviques, su ideología, sus partidos y sus Estados. Otros, [¿entre los que nos encontramos?], afirman que la rebelión del 68 marcó, de una manera aún no esclarecida plenamente, el comienzo del estancamiento y decadencia de las experiencias políticas que vertebraron las luchas revolucionarias del siglo pasado, con todo su esplendor y sus desastres
La irrupción de la juventud al protagonismo político se interpretó como un estallido anárquico y utópico característico de esa edad. Quizás se estaba negando la capacidad política de los estudiantes para fusionarse con los obreros rompiendo con la vieja rigidez del clasismo puro que ubicaba a cada sector social en su rol.
En esas jornadas los obreros produjeron la mayor huelga general de toda su historia, en los momentos en que el “estado de bienestar” les aseguraba económicamente una situación como nunca habían tenido. Entonces esto nos obliga a preguntarnos ¿que instauró la rebelión de mayo? Entró en la escena, además de la explotación del trabajo, la cuestión del poder y la dominación. La percepción que el capitalismo no es solo una máquina de producir explotación y miseria por la plusvalía que extrae, sino que también conforma un sistema de vida que edifica subjetividades asfixiantes. La violenta lucha contra el poder y las jerarquías a favor de una existencia social libre y creativa aparecerá en el mundo. Todas las diferencias ahogadas dirán: ¡aquí estamos!
Quizás este acontecimiento haya empezado a poner fin al sacrosanto principio de que “la economía es el determinante en última instancia de la política”, y abrir la idea de que la política emancipativa avanza forzando todos los imposibles que el sistema capitalista, su Estado y su ideología, desparraman por todo el cuerpo social.
Hoy en la deriva trataremos de pensar si estamos recordando solamente un episodio de locura juvenil, de liberación sexual, y porro libre, como piensan muchos, o nos enfrentamos con una nueva y enigmática llave para abrir un futuro igualitario que se puede sintetizar en la consigna: “seamos realistas pidamos lo imposible”.