Unas 2400 personas protagonizan desde finales de julio la ocupación y toma de alrededor de 98 hectáreas en la ciudad del sur del conurbano bonaerense de Guernica, en una disputa por la tierra de una magnitud como hace tiempo no sucedía en la Argentina.

Pero, además de la gente involucrada y la extensión territorial del lugar en cuestión, en Guernica está latiendo con fuerza un nuevo actor social, el del feminismo popular, que muestra en esplendorosa acción de qué manera lo personal es político y cómo esos ideales de igualdad se encarnan y hacen pie en un lugar determinado.

En paralelo con esa impronta igualitaria que tiñe la experiencia colectiva de un sector arrasado de la ciudadanía que aún empeoró su marginación debido a la pandemia, la organización que ocupa en Guernica todavía se sostiene sin derrumbarse en la lógica de los punteros partidarios y estatales que saben carroñear en la pobreza y lucrar hasta con lo mínimo.

Tras haber ganado un nuevo plazo judicial que el jueves último amenazaba con un desalojo por la fuerza, quienes ocupan tierras desde una posición tan desesperada como justa, están desplegando allí, en el que sería uno de los últimos escalones de la sociedad, unas prácticas grupales que se levantan como gesto vital frente al atropello y el desprecio del aparato del Estado, gobierne quien gobierne.

Esta noche en el aire libre que se respira en La Tribu asumimos el desafío de tratar de contar y de pensar qué es lo que está sucediendo en Guernica, de percibir de qué modo se conquista el derecho tan elemental como negado de vivir en algún sitio y orgullosamente nos complace no ser parte de la maquinaria gubernamental que detrás de sus eslóganes de ocasión no logra disimular ni un poco que la alimentan meros administradores y soldados del capital y su perversa explotación.

Vaya este programa como un saludo fraterno a cada compañera, a cada compañero que por estas horas hace pasar la política por el propio cuerpo y en esa actitud vital y primitiva planta un mojón de denuncia, de alternativa, de ese vasto mundo negado que hay que conquistar sin pedir permiso. Después de la Deriva.

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