Hace poco se ha recordado el centenario de la Revolución Rusa y ahora nos enfrentamos con el cincuentenario del Mayo francés. El desafío que proponemos es pensar si hay una relación entre ambos acontecimientos. De haberla, tratar de esclarecer en qué consiste.
Hay quienes creen que la revuelta francesa se inscribe en continuidad con la matriz política que se inaugura con los bolcheviques, su ideología, sus partidos y sus Estados. Otros, [¿entre los que nos encontramos?], afirman que la rebelión del 68 marcó, de una manera aún no esclarecida plenamente, el comienzo del estancamiento y decadencia de las experiencias políticas que vertebraron las luchas revolucionarias del siglo pasado, con todo su esplendor y sus desastres
La irrupción de la juventud al protagonismo político se interpretó como un estallido anárquico y utópico característico de esa edad. Quizás se estaba negando la capacidad política de los estudiantes para fusionarse con los obreros rompiendo con la vieja rigidez del clasismo puro que ubicaba a cada sector social en su rol.
En esas jornadas los obreros produjeron la mayor huelga general de toda su historia, en los momentos en que el “estado de bienestar” les aseguraba económicamente una situación como nunca habían tenido. Entonces esto nos obliga a preguntarnos ¿que instauró la rebelión de mayo? Entró en la escena, además de la explotación del trabajo, la cuestión del poder y la dominación. La percepción que el capitalismo no es solo una máquina de producir explotación y miseria por la plusvalía que extrae, sino que también conforma un sistema de vida que edifica subjetividades asfixiantes. La violenta lucha contra el poder y las jerarquías a favor de una existencia social libre y creativa aparecerá en el mundo. Todas las diferencias ahogadas dirán: ¡aquí estamos!
Quizás este acontecimiento haya empezado a poner fin al sacrosanto principio de que “la economía es el determinante en última instancia de la política”, y abrir la idea de que la política emancipativa avanza forzando todos los imposibles que el sistema capitalista, su Estado y su ideología, desparraman por todo el cuerpo social.
Hoy en la deriva trataremos de pensar si estamos recordando solamente un episodio de locura juvenil, de liberación sexual, y porro libre, como piensan muchos, o nos enfrentamos con una nueva y enigmática llave para abrir un futuro igualitario que se puede sintetizar en la consigna: “seamos realistas pidamos lo imposible”.
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