A 16 años de la revuelta acontecimiental de 2001, se nos imponen la necesidad y el deseo de desentrañar los cauces de aquella rebelión para azuzar no ya la imposible y vana repetición de lo que fue sino para ayudar a despertar de nuevo las subjetividades que salieron a tomar las calles.

Aunque, mientras tanto, la política formal ha ido delimitando los sitios en donde jugar el juego que mejor juega y que más le gusta y en el tránsito del kirchnerismo al macrismo y de otras señales de similar sentido que se aprecian en Latinoamérica ¿estamos en condiciones de avistar una etapa de fin de ciclo?

¿Qué características porta ese nuevo tiempo que ya andamos? ¿Se trata de un proceso tan lineal como describen quienes denuncian el fin de un período de ampliación de los derechos sociales a un retroceso en esas zonas?

Pero para poder avistar ese proceso sin por ello operar a partir de la agenda de los de arriba, elegimos preguntar y preguntarnos acerca de las resistencias y de las capacidades de creación política que allí anidan.

Como postales de lugares que padecieron los efectos de las políticas oficiales en ambos períodos, o en el mismo sentido con distinto nombre, se nos ocurre pensar en quienes combatieron y pelean contra los distintas vertientes de los avances extractivistas

¿Es en la defensa de esos territorios amenazados donde se trazan los contornos de otro modo de hacer y ponerle el cuerpo a las ideas del bien común y la igualdad? ¿Serán los territorios un lugar geográfico pero también político para reactualizar las huellas de diciembre de 2001?

Acerca de esas memorias recientes, del balance siempre latente y de la impostergable tensión entre los mandatos del poder y la organización popular es que ansiamos explayarnos en Después de la Deriva.

Así cumpliremos no solamente nuestra trigésima segunda medianoche en La Tribu sino también con la búsqueda de sentido por pensar, hacer y comunicar las ideas y las acciones que nos inviten a seguir navegando.

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