Aquí y allá el presente se agita, se revuelve.
El poder establecido redobla sus manotazos de ahogado, procura atrapar su parte, las migajas, el mantel y la mesa; y los pueblos, de la anestesia a la rabia, debemos apurar los ensayos, desaprender la obediencia y la delegación y reponer nuestra lengua corporal para encender el deseo y hacerlo carne, sueño colectivo, vida común.
De eso parecen tratarse estos días donde los malos gobiernos y sus instituciones grises y burocráticas quieren seguir levantando muros, determinando quiénes son los malos y los muy malos para que haya unos pocos triunfadores, los de siempre; para arrasar los territorios, para maquillar con leyes la violencia, el saqueo, el crimen organizado.
La crisis de la gestión del capital y los sueños imperiales de occidente y oriente vienen a proponer el amo menos peor, pero acá abajo el “¡ya basta!” es un canto de libertad que busca sus mejores voces que son todas aquellas que quieran entonarlo.
Y ni las leyes anti-protesta en Jujuy, ni el posgrado de Económicas en la UBA refiriendo a la amenaza indigenista, ni la obscenidad criminal del aparato gubernamental en Chaco, ya no logran disimular el olor a podrido.
Algo similar sucede en México donde la gestión en apariencia progresista de Andrés Manuel López Obrador no detiene el saqueo sobre territorios autonómicos del zapatismo y de otras comunidades, donde las fuerzas narco-parapoliciales atacan y amedrentan, donde se agrede sistemáticamente a una referencia política para vivir con dignidad tal como el EZLN viene demostrando desde su aparición pública en enero de 1994 y se propone esta guerra extendida y expandida que se denuncia a nivel mundial
El dolor, la bronca y el desasosiego no se calman con palabras, pero vaya este programa de Después de la Deriva para seguir desenmascarado a este sistema de muerte.
Hace más de 11 años, el entonces Subcomandante Marcos escribió: “¿Escucharon? Es el sonido de su mundo derrumbándose. Es el del nuestro resurgiendo. El día que fue el día, era noche. Y noche será el día que será el día”. En eso andamos: apostando a escuchar, a escucharnos, empujando el mañana que tiene que amanecer.

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