Un nuevo arrebato represivo contra quienes sostienen una lucha constante, ejemplar y consecuente contra la megaminería en Catamarca, pretendió quedar disimulado entre mensajes en off, citas spinetteanas, mohínes de emperadora, pedidos de renuncia, distintos personajes para los mismos roles y fines e intrigas de palacio.

Pero dos compañeros de la Asamblea El Algarrobo quedaron enredados en una sumatoria de denuncias del poder y fueron detenidos, ante el silencio cómplice de los partidos del sistema, de una lógica de no mirar para lugares que incomoden, del poder mediático que no reconoció grieta a la hora de invisibilizar las luchas que de verdad cuentan porque refieren a la profundo y esencial que sucede.

Las detenciones de Aldo Flores y Enzo Brizuela, quienes gracias a la lucha de la comunidad recuperaron su libertad, son la expresión cabal de un entramado perverso donde la política de arriba, sus funcionarios y su elenco de especialistas, pretenden ahogar un camino de resistencia y construcción que Andalgalá viene trajinando hace más de dos décadas como modo de oponerse al saqueo.

Se trata sin más de otro dispositivo estatal que bajo los eufemismos del desarrollo y el progreso se traduce en una dictadura minera, en una declaración de guerra que viene a golpear la aparente calma acerca de que esas cosas suceden lejos de aquí.

Muy cerca, en cambio, en el bar de La Tribu, una publicación está presentando una nueva entrega de su revista que con imágenes sobre la invasión rusa a Ucrania se pregunta ¿Qué hacemos con las guerras del presente?

En Después de la Deriva asumimos sin eufemismos que la del extractivismo es una guerra desatada contra los territorios y contra quienes vivimos en ellos y su despliegue bélico por minería, fracking, agrotóxicos o monocultivo, incluye la negación de la tragedia, el discurso ambiguo, la cuestión socioambiental como mera jardinería.

Viaje este programa como testimonio concreto de acompañamiento a las personas que –como las valerosas integrantes de la asamblea El Algarrobo- libran  esas batallas diarias contra el capitalismo voraz y sus personeros de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial y como una toma de posición que invita a generar otros modos de organizarnos y vivir contra la democracia tutelada.

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