La corporación minera, un entramado de capitales trasnacionales que avanza por el saqueo de los recursos naturales tiene a Chubut en la mira hace 19 años pero una comunidad organizada asambleariamente le fue cortando el paso.

El “No a la mina” en Esquel marcó un hito en la agenda de los pueblos en resistencia, pero la recurrente crisis provincial y las políticas de acogotamiento fueron generando una encerrona donde, sin embargo, la megaminería nunca apareció como una opción para la ciudadanía.

Sin embargo, el gobernador Mariano Arcioni, que como todo candidato con posibilidades de ejercer debió pasar el filtro anti-minero para poder avanzar electoralmente, pero venía impulsando activamente el desembarco de la actividad en el territorio, logró la semana pasada la sanción del proyecto de ley de Zonificación de la Actividad Minera que en los hechos convierte a la meseta provincial en zona de sacrificio y condena el futuro hídrico de Chubut y de la región.

La sanción de la norma a pedido de la empresa canadiense Pan American Silver, se dio tras una apretada y bochornosa sesión legislativa perpetrada a partir de la traición, que desató una rebelión popular que se diversifica por Chubut y que como respuesta desde arriba tiene una represión indiscriminada de las fuerzas de seguridad provinciales.

La entrega ambiental, la descarnada cara de la farsa democrática capitalista y la salvaje cacería de manifestante no ha hecho más que multiplicar las muestras de repudio en la provincia donde como imprevisto homenaje a las dos décadas del 19 y 20 de diciembre ha vuelto a resonar el grito de rabia “que se vayan todos, que no quede ni uno solo”.

Esa sumatoria de sucesos que desnudan de manera burda el agotamiento de un modelo en su noria crítica, repercutió en muchísimas ciudades del país donde movilizaciones y muestras de respaldo dan cuenta de un nuevo despertar de las conciencias a tono con semejante atropello.

Voces compañeras desde la provincia y también de otras luchas socioambientales nos ayudan a dimensionar la situación desde el aire nocturno de La Tribu, pero nos anima la decisión de ir un poco más lejos.

Entonces desde Después de la Deriva tendemos esos puentes que venimos sosteniendo contra viento y marea para vincular lo que asomó en 2001 con una manera imprescindible de abrazar la lucha, de ejercer la existencia, y nos unimos a esta pelea y a todas las que nos pemitan vislumbrar ese cambio urgente por un mundo que nos tenga de protagonistas y hacedoras de la igualdad, sin explotación de ningún tipo.

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