Hablar de 2001 en Después de la Deriva es cultivar la lengua que procuramos habitar cada martes y no porque los resultados de aquella revuelta sean triunfales y le sigan marcando el pulso a la vida de los pueblos.
Hablar de 2001 es tender puentes entre las ideas que ardieron en esas calles y el mundo brutal y desigual que la gestión del capital sostiene por la vía democrática.
Hablar de 2001 es acercar a las noches de La Tribu una apuesta contra la representación, contra quienes trabajan de funcionarios y políticas, contra la desigualdad como pílar de la sociedad.
Hablar de 2001 es reponer el acontecimiento, la acción, la fiesta, el desborde y el interrogante porque de lo posible, de lo posible ya se sabe demasiado.
Hablar de 2001 es despreciar con fuerza a los afiches sonrientes, a cada candidatura, a los que mandan para que otros obedezcan, a la esperanza como religión, a la fe como pacientes.
Hablar de 2001 funciona como santo y seña que nos coloca en otras calles, ya no tan masivas, ya no encendidas, pero conservando unas huellas que aguardan por nuevos pasos, por otros desafíos.
Hablar de 2001 es asumir que la grieta existe y es entre aquellos y aquellas que viven de la prebenda y el pillaje y los y las cualquieras que no dejamos de soñar a partir de esos aprendizajes de adoquín y grito.
Hablar de 2001 significa asamblea, remite a horizontalidad, nos reparte la palabra y la rabia, se multiplica en cada grupo que resistiendo inventa que al buscar, encuentra que hay que seguir preguntando.
Hablar de 2001 no es negar la crisis que el sistema nos aplica con el mismo rigor que el gatillo fácil, es advertir que de ese tembladeral podemos salir bailando.
Hablar de 2001 es también entender todo lo que nos faltó y las carencias que nos pueblan, pero también nos enseña que la necesaria organización debe esquivar el molde burocrático que la acecha y desplegarse, siempre, abajo y a la izquierda.
A dos décadas del 19 y 20 de diciembre de 2001, las fechas que sintetizan rebelión y oportunidad, celebramos poder juntar lo que nos queda de fuerza y de razón para seguir sintiéndonos vivos y en la senda donde encontrarnos a hacer lo que soñamos.

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