¿Cuál es la vinculación entre las artes y la coyuntura? ¿De qué manera aquella persona que crea se deja atravesar por el contexto sin por ello caer en la tentación de re-presentarlo? Son apenas algunas de las nociones que esta noche en La Tribu nos llevan a viajar por pentagramas, arpegios, acordes, melodías e ideas.
Por un lado Raly Barrionuevo desde Unquillo y habiendo recién lanzado su nuevo álbum “1972”, decide mantenerse lejos de los escenarios sin disimular su hastío por los engranajes de la lógica del espectáculo.
Y, por el otro, Alejandro Ciancio con el estreno de “Candombe para mi barrio”, reafirma desde Entre Ríos su ligazón con una obra interpelada por los extractivismos, por la defensa socioambiental.
Ambos músicos ligados a los sonidos folclóricos, con sus distintas dimensiones estéticas y de impacto, comparten esa posición sobre los territorios y militan en organizaciones en una praxis desde la que definen su carácter de compañeros de causas que rechazan las políticas de saqueo y destrucción de ecosistemas y poblaciones.
Cada uno de ellos exploran en Después de la Deriva esas posiciones políticas y vitales al mismo tiempo que dialogan con unas obras que dan cuenta de dolores, compromisos, memorias y alegrías que conjugan pluralmente, que a su modo musicalizan un tiempo y un espacio.
Ciancio y Barrionuevo son, cada quién con sus particularidades, dos referencias posibles acerca de cómo la música dialoga con el entorno y sirve tanto para la denuncia como para el encuentro, para la celebración tanto como para la bronca.
En Después de la Deriva proponemos así un espacio para apreciar de qué manera los artistas tensionan sus propias intimidades y las ponen a consideración en un juego comunitario donde la música es vehículo, vivencia, expresión y herramienta para actualizar cada vez esa utopía que promete y propone que “una canción puede cambiar el mundo”.
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