En Después de la Deriva nos ubicamos a distancia del Estado para dar nuestra pelea por la emancipación, entendiendo que ningún proyecto emancipativo puede darse desde ese lugar, pero no podemos cerrar los ojos ante otras experiencias que construyen su andar y siembran alternativas por andariveles distintos a los que elegimos.
Ni los que consideramos al Estado un enemigo o descreemos en él como lugar para cualquier ruptura radical, ni aquellos que militan con la convicción de que es posible cambiar las cosas desde adentro hemos podido aún generar un mundo igualitario.
Asumiendo esa dificultad y el expandido imperio del capital, nos atrevemos no únicamente a asumir al enemigo sino a problematizar nuestras propias debilidades y por ello convidamos a reconocer las vivencias de quienes salen al escenario donde se desenvuelve la política de arriba.
Por otro lado, tomando como referencia los años de regreso a la institucionalidad democrática ¿qué influencia tuvieron las luchas y organizaciones no estatales de base para llegar a diciembre de 2001?
¿Por qué una parte de estos movimientos sociales no han podido mantenerse funcionando de manera autónoma? ¿Apuntaban al Estado o el Estado supo cómo cooptarlos?
También nos interesa indagar en el tipo de articulación que el poder propone a los movimientos y si ese modo de interlocución varía de acuerdo a la fuerza política gobernante o desde nuestro campo se puede considerar que son todos lo mismo.
Con esa referencia pendiendo sobre nuestras prácticas ¿debemos asumir que toda organización que irrumpe tiene esa limitación del poder instituido como frontera infranqueable?
¿Hay manera de sostener un diálogo posible con los instrumentos del Estado o esa comunicación es apenas una ficción encaminada a la domesticación?
Esta medianoche estamos en zona de diálogo para no solamente escuchar a aquellos que coinciden con nuestros postulados sino para aprender de lo bueno y de lo malo de aquellos que trabajan por el cambio social apelando a formas diferentes a las nuestras.
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