Si la revuelta en Chile amainó sus fuegos, la organización barrial y comunitaria en los cabildos sigue andando sin prestar demasiada atención a la ahora postergada elección constituyente porque observa que no saldrá de allí solución alguna a los problemas que el país arrastra desde la dictadura de Pinochet y sus secuaces.
Para enfocar esos modos de confluencia en las calles y en los barrios por fuera de la norma partidaria que busca siempre la nula modificación de los asuntos estructurales, esta noche en Después de la Deriva recibimos a dos de las personas que integran el Bloque Fotográfico Autónomo.
Ella desde Santiago y él desde la Ciudad de México aportan dos de las lentes que han retratado y lo siguen haciendo la lucha contra la represión estatal siendo testigos y difusores de los hitos populares ganando la calle y también de la jauría violenta de los uniformados puestos a golpear y disparar salvajemente para garantizar la continuidad del modelo.
Carolina y José Miguel hacen foco en lo que ocurre y en lo que estalla y en su mirada aguda, entrenada y compañera regalan postales posibles de un pueblo que quiere sacarse mordazas y ataduras mientras el sistema responde con palos, balas y gases para sostener sus privilegios.
Vayan estas imágenes de resistencia y confluencia que remitimos a través de los micrófonos de La Tribu como una manera de seguir saludando esa gesta rebelde y horizontal que se cocina por abajo a la vez que regala instantáneas acerca de los asesinos de siempre.
En nombre de esas voces y esos retratos que descreen de toda promesa emanada de la gestión del capital y sus cada vez más acotadas fronteras, saludamos nuevamente lo que se agita en Chile y lo tomamos como una referencia, como un espejo posible, como una alerta incómoda acerca de lo que somos capaces de hacer cuando se nos hace cuerpo y conciencia el “¡Ya basta!” a toda forma de explotación.
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