Así como el pensamiento revolucionario clásico hallaba en las relaciones laborales y en el trabajo mismo la base necesaria de cualquier proceso emancipativo, el quiebre que en el siglo XX se produjo, y que a partir de 2001 se instaló en las nuevas experiencias de nuestro país, dio lugar a una nueva condición: sin partidos ni sindicatos.

Las nuevas experiencias se han focalizado en distintos aspectos de la vida social: cuestiones de género, étnicas, territoriales, ecológicas, médicas, alimentarias, etc. han pasado a primer plano. ¿Qué lugar ocupa el trabajo en esta constelación? ¿Qué es lo que puede hacerse ante la conflictividad laboral partiendo de aquella premisa?

Para abrir esta cuestión hemos pensado el programa de hoy. ¿Puede afrontarse la conflictividad laboral sin alguna clase de organización de los trabajadores? ¿Cualquier organización de trabajadores sería sindical? ¿Qué es lo que rechaza la premisa de organizarnos “sin sindicatos”?

Hoy queremos preguntamos cómo pueden abordarse las cuestiones laborales sin reproducir aquellas formas políticas como la representación y consiguiendo algún efecto en relación a los conflictos que aparecen. ¿Qué características serían necesarias para organizaciones así? ¿Hay algo de lo político que intervenga en esto, o se trata únicamente de cuestiones económicas?

Con las experiencias al hombro y los problemas por delante, intentaremos otra vez abrir el diálogo pensando juntos, Después de la Deriva.

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