En esta nueva deriva avanzamos en el interior de una discordia que pretende organizar un sentido común hoy dominante. Conocida popularmente como la “grieta” somete a los ciudadanos y ciudadanas a una discusión en torno a las diferencias o similitudes, e incluso a la toma de partido, entre macrismo y kirchnerismo.
Nosotros aceptamos entrar en ese juego pero con la decisión de problematizarlo buscando abrir otras miradas que apunten a desbaratar al juego mismo.
Los primero que nos preguntamos entonces es ¿qué se entiende hoy por hacer política si este enfrentamiento es su estrella más atrapante? Y empezamos a sospechar que esta “grieta” quizás busque disimular la ausencia de una verdadera escisión que es la que trazan las políticas que quieren romper radicalmente con este mundo.
La dicotomía macrismo-kirchnerimo remite a la política como gestión del orden existente. Por lo tanto, nosotros la podríamos reformular así: según la coyuntura que atraviesa el sistema y su gobernabilidad ¿qué gestión es la más adecuada para garantizar su estabilidad?
Por esta misma razón tampoco cometemos la ligereza de decir que son lo mismo. Si queremos ver alguna diferencia bastaría preguntarnos: ¿un gobierno como el de Macri, hubiera podido “apagar el incendio” que se desencadenó en 2001 con la misma eficacia y recursos como lo hizo en su momento el kirchnerismo? De igual manera, el kirchnerimo, después de haber domesticado el desmadre del 2001, ¿podría haber sido para el poder real una buena opción a la hora de manejar el país?
Buscaremos por estos y otros caminos, preguntando y reflexionando, con la sospecha de que la verdadera grieta, que se produjo en nuestra vida política sintetizada en el potente grito de “que se vayan todos”, es lo se intenta hundir en el olvido con esta mediática disputa con la que se nos quiere entretener.