Los aumentos de tarifas en Argentina se extienden y azotan a lo largo y ancho del país. Desde los medios hegemónicos, los representantes del poder económico repiten una y otra vez que «estamos pagando una fiesta del Gobierno anterior», como si- aún si consideráramos que eso es cierto- los ciudadanos, los comunes hubiéramos sido cómplices de una estafa.
La dolarización de las tarifas, sus ajustes frecuentes y los discursos complejizan el escenario que, intuimos, tiene como objetivo enriquecer a los de siempre haciendo una transferencia de recursos brutal de los sectores populares a las grandes corporaciones.
En esta Deriva intentaremos comprender qué son y cómo se dan estos ajustes, desbaratar el discurso oficial sobre la inevitabilidad de los brutales tarifazos y confirmar aquellas intuiciones sobre el robo del que somos víctimas.
Pero también queremos salir del lugar pasivo en el que se nos coloca cuando se nos dice que sólo podemos pensar bien al próximo candidato y pensar formas de rebeldías aquí y ahora, cotidianas o excepcionales que nos permitan poder imaginarnos tomando las riendas de los servicios, o al menos marcando sustancialmente la cancha.
Para ello visitamos la historia de la Guerra del Agua en Bolivia, un acontecimiento forjado al calor de la resistencia del pueblo de Cochabamba a un intento de privatizar este recurso natural.
De la economía a la organización política, vaya esta Deriva como un nuevo aporte a pensarnos abajo y a la izquierda, para tender esos lazos que nos permitan seguir tejiendo nuestro común.
Venezuela es una herida abierta que en el dolor que conlleva porta los cuestionamientos a la lógica imperial siempre enemiga y amenazante pero también a modelos que se presentan como alternativos y terminan siendo funcionales a la tragedia.
La tierra del petróleo, esa orgía de oro negro capaz de sostener ayer nomás a una clase parasitaria en un país empobrecido y luego de pretender echar las bases del socialismo del siglo XXI, se consume al filo de un enfrentamiento que excede la voracidad intervencionista de Estados Unidos.
Una mirada superficial puede ligar al presente venezolano con el golpe en Honduras, con las patrañas legales en Paraguay y Brasil o con la incesante caída de los gobiernos pos-neoliberales que mandaron en Latinoamérica a partir de los tempranos 2000.
Pero esta noche en la 84ta. edición de Después de la Deriva queremos relacionar a Venezuela con otra cara de esos mandatos que detrás de sus poses más o menos desafiantes fueron mansos administradores del capitalismo.
¿Hay manera de interpelar ese ciclo que muestra que después de cada gobierno progresista llega una administración más a la derecha? ¿Es la corrupción un mal necesario, una falla inevitable o un invento orquestado por los grupos mediáticos?
Pero desde nuestras ideas en busca de otros modos de organizarnos y transcurrir, por supuesto nos preguntamos insistentemente acerca de los límites de la democracia burguesa, de la política como mera gestión y de los políticos como representantes y profesionales de una voluntad popular.
Con Venezuela en clave de drama y con nuestros intactos sueños puestos en función de construir el mundo que aspiramos, emprendemos otro viaje por las ideas y las preguntas que nos alimenten para cada batalla por venir.
En la apertura de la tercera temporada de Después de la Deriva en La Tribu vamos a celebrar la continuidad de un espacio que promueve una subjetivación política colectiva a contrapelo del orden establecido y, por ello, resulta también un ámbito natural para acoger el festejo por los 25 años de zapatismo.
Pero para quienes sostenemos estas ideas la posibilidad de conmemorar no solamente no anula la reflexión y las preguntas, sino que la imaginaria mesa se tiende para que, justamente, allí se vuelquen las ideas, las inquietudes, las dudas y los cuestionamientos.
El hecho de que el cuarto de siglo zapatista coincida con la primavera de Manuel López Obrador como presidente de México instala una tensión inédita con el mandatario más progresista de los presidenciables mexicanos en una Latinoamérica en sombras y, allí asoman nuevas costuras.
¿Es López Obrador una síntesis de las limitaciones y trampas que el progresismo les tiende a los proyectos antagónicos que impulsan romper con el capitalismo?
Ahora bien, si los propios protagonistas de la gesta chiapaneca en al sureste mexicano siguen alertando sobre la soledad que los aqueja ¿Qué nos está faltando a quienes trabajamos con estas nociones emancipadoras e igualitarias para sacar provecho de la crisis del sistema y tejer redes más vastas y potentes?
De lo que somos a lo que nos falta y de lo que tenemos a la estatura que porta aquello que soñamos, seguimos decididos a no abandonar este viaje con las potencias que nos animan y los interrogantes que nos impidan dormirnos en la comodidad mansa de los que únicamente juegan el juego del poder.
Desde Francia nos han llegado movimientos políticos capaces de regalarnos referencias: la Revolución con su aspiracional trilogía de valores, su inspiradora experiencia comunal de 1871, su floreciente mayo estudiantil-obrero de 1968 y ahora su revuelta insurrecta de chalecos amarillos.
Sin querer usar ese espejo como modelo pero sí tomar algunas de sus huellas,
esta medianoche queremos referir a la agitación actual para colocarla en diálogo con dos acontecimientos de esa rica historia en esa misma geografía como son La Comuna de París y el Mayo del 68.
Rápidamente podríamos citar algunas características salientes entre estas tres postales de la rebelión: la rabia, la organización por abajo, el rechazo a lo establecido, la búsqueda de una nueva subjetividad colectiva y el poder reactivo reprimiendo la novedad. Todas señas que nos convidan y alimentan preguntas posibles
¿Qué recogen los chalecos amarillos de la tradición de lucha popular?
¿Es en estos contextos donde renacen las herencias políticas que el sistema quiere negar? ¿Cuáles novedades aporta este movimiento que sacude Francia? ¿Por qué ese mismo hartazgo no encuentra un cauce similar en otros lugares, incluida la Argentina?
En la última Deriva de 2018 y sumando voces compañeras que nos ayuden a trazar esos puentes posibles, trataremos de visitar aquellos fuegos que nos interpelan y azuzarlos a golpe de ideas y palabras para seguir creyendo que hacemos algún aporte a la construcción de una humanidad capaz de emprender el camino sin jerarquías hacia la igualdad y la emancipación.
Así como creemos que es necesario pensar y hacer otra política, en Después de la Deriva sentimos que es imprescindible que quienes aspiramos a un mundo más justo e igualitario comencemos a conocer experiencias que proponen otros modos educarnos, de darnos salud, de cultivar, de construir, en definitiva otros modos de reproducir la vida.
En ese camino, durante estos 81 programas hemos hablado con compañeres que proponen la educación como un espacio entre iguales con saberes que se complementan; con agricultores que producen sin agroquímicos; y con nutricionistas que rechazan los alimentos-producto que ofrece el mercado.
Hoy queremos acercarnos a una experiencia que pone el ojo en aquello que constituye uno de los pilares económicos del capitalismo: la vivienda.
Mientras muchas y muchos ven y vemos al préstamos hipotecario como única forma de acceder a una vivienda – porque entendemos que la vivienda propia es la base de toda tranquilidad- algunes otres andan buscando nuevas formas de construcción, basadas en la armonía con la naturaleza pero, fundamentalmente, pensadas a partir de la colaboración entre seres humanos.
Así mientras soñamos el mundo que queremos, proponemos está media noche visitar aquellos espacios donde más allá de las dificultades ese mundo se va construyendo, o al menos se le va acercando al de nuestros sueños.