La decisión de seguir andando conlleva dificultad, riesgo y tozudez y esa apuesta implica poder asumir que no hay normalidad congelada ni la repetición mecánica de una rutina segura.
Esta noche es una edición especial de Después de la Deriva por La Tribu con un formato viajero que no ceja en la voluntad de recoger voces, experiencias e ideas que nos ayuden a perfilar un presente que se propone como futuro de largo aliento.
Asumir los imprevistos y potenciarse a partir de la dificultad bien podría ser una característica de supervivencia pero tratamos de ir un paso más allá de la coyuntura urgente que aprieta para pensar, pensarnos y accionar con unas pasiones intactas por procurar correr los velos y mirar más lejos.
Sin miedos ni ataduras, dispuestos a caminar preguntando y siempre ubicados del lado que consideramos el nuestro, hoy entregamos un programa que combina los saberes compañeros que conocimos en Traslasierra y la lucha por la justicia contra la lógica patriarcal y capitalista que aspira a condenar a los pobres y a las mujeres.
Se trata de un programa diferente que expande nuestras propias fronteras y nos convida a borrar distancias siguiendo la huella de una pelea por construir el mañana que ya no quiere esperar más para fundar la igualdad.
¿Cuáles son las formas de militar o activar en una Universidad? Disputar el Centro de Estudiantes? Pedir más presupuesto al Estado? Pero…qué pasa con la matriz del producto que se genera en el ámbito académico, es decir, con el conocimiento. Lo aceptamos mansamente? Cómo nos vinculamos con ese saber que se produce de forma asimétrica?
Obstinados en buscar esas prácticas emancipativas en cada aspecto de la vida, en Después de la Deriva nos proponemos esta noche entrar en las aulas universitarias de la mano de compañeres que hace más de 20 años vienen pensando estas cuestiones.
Convencidas y convencidos de que no estamos dispuestos a esperar una revolución planataria, sino que es necesario generar nuevas relaciones sociales en el aquí y ahora, acercamos esta noche experiencias que buscan producir conocimiento de manera autónoma y horizontal, dispuestas a darlo vuelta todo.
Vaya entonces esta nueva deriva en busca de aquellos faros que nos acerquen a las orillas que soñamos.
En mayo de 2015 los zapatistas realizaron en su territorio jornadas en las que buscaban pensar en forma colectiva el capitalismo y las resistencias. Esos encuentros, que llamaron Seminario de Pensamiento Crítico frente a la Hidra Capitalista, culminaron con una invitación: “Hagan semilleros en sus territorios para pensar las luchas en sus geografìas y multiplicarse”.
En Buenos Aires, con algunos meses de demora, algunos colectivos que ya habían confluido en su andar decidieron convocar(se) para pensar cómo estábamos en estas latitudes. Así en diciembre de 2015 nos juntamos unas 50 personas que participábamos de diversas experiencias autónomas.
A más de tres años de aquel encuentro, nos seguimos juntando una vez por mes para pensar, discutir y debatir nuestras prácticas en los espacios que activamos. De esos encuentros surgen ideas re-novadas al calor de la reflexión colectiva.
Esta noche en Después de la Deriva queremos acercar esta práctica de pensamiento colectivo que es el Semillero de Experiencia Autónomas y Anticapitalistas del que formamos parte, y transitar junto a ustedes algunas de las ideas que fuimos amasando al compartir nuestras vivencias en la comunicación alternativa, en la militancia universitaria, en la feminista y en la sindical, a la vez que la de compañeres que están construyendo alternativas de producción, consumo y reproducción de la vida que intentan romper las relaciones sociales que impone el capital.
Convencidos en que la transformación hacia un mundo emancipado e igualitario debe empezar por construir nuevos lazos en el aquí y ahora, desde el Semillero entendemos que esta construcción debe hacerse a distancia del Estado, los partidos polìticos y contra al patriarcado y el sistema capitalista.
¿Cómo hacer para que nuestras experiencias se potencien entre sí? ¿Qué tipo de cercanía tenemos que generar para que den más calor pero sin que se fundan siendo absorbidas unas por otras? ¿Cómo dialogan las identidades con las ideas políticas que nos pueden servir a cualquiera? Son, no obstante, algunas de las preguntas que nos seguimos haciendo.
Y desde esos interrogantes también celebramos el estar plasmando los primeros frutos de estos encuentros con la publicación y la presentación de un boletín donde aspiramos a pensar colectivamente ¿Cómo nos organizamos desde abajo sin la sombra del Estado? Porque transitamos la huella de caminar preguntando.
Las nociones de pueblo y popular contienen en sí mismas la trampa de hacer que todos demos por supuesto de qué estamos hablando cuando las utilizamos, pero atentos a ese engaño latente hoy queremos poder espiar algunos de sus pliegues a partir de la cultura.
No se trata, claro está, de hallar una definición unívoca, pero sí de hallar la lengua que mejor nos satisface para que nuestros enunciados tengan la consistencia que anhelamos.
Y para procurar despejar el camino, el arte siempre es bienvenido y las señas del tango, la literatura y la canción criolla nos aportan sus sellos locales en busca de tratar de averiguar cómo se cultivan los géneros de fuerte carga identitaria ante tan escasa vidriera mediática y si hay un público, una población dispuesta a recibir esas propuestas.
Poder pensar colectivamente estas inquietudes quizás nos lleve por aguas torrentosas y nos habilite a ver de qué manera se construye una memoria popular, qué valor le otorgamos a la cultura que se forja en las entrañas de nuestra historia y de qué manera proyectamos ese pertenencia como canto y como grito de rabiosa esperanza.
En Después de la Deriva proponemos este viaje que tal vez, si sale bien, coloque en entredicho muchos de los supuestos dados que construyen una subjetividad mansa y conforme y, a lo mejor, nos regale una partitura que nos convide a dar unos nuevos pasos en busca mundo igualitario y diverso que queremos poner a sonar.
Cuando las luces se apagan, el cine prende luces que son señales, signos, marcas para tratar de ver mejor y más lejos. En estos días en salas de Buenos Aires coinciden dos filmes, “La Feliz” y “¿Quién mató a mi hermano?”, que hacen foco en la violencia institucional y en el histórico rol del Estado en esa lógica.
Mientras “La Feliz”, de Valentín Javier Diment, se ubica en Mar del Plata para ligar el tránsito de la Concentración Nacional Universitaria como corriente política y brazo paraestatal que revive al calor de los actuales tiempos políticos, en “¿Quién mató a mi hermano?” los cineastas Ana Fraile y Lucas Scavino retratan la lucha de familiares y amigos de Luciano Arruga por sostener la denuncia de esa desaparición y crimen estatal en democracia.
Ambas películas nos inspiran y nos ayudan a ponerle imágenes a estas ideas que hace 91 martes sostenemos en las noches de los martes por La Tribu al documentar las prácticas estatales y sus modos de ejercer la violencia más allá del sistema que gestione.
¿Qué mecanismos criminales se sostienen desde el Estado aunque se trate de períodos democráticos o dictatoriales? ¿De qué modos nos organizamos para no quedar a merced de ese aparato al servicio del capital? ¿Por qué si el Estado es una maquinaria semejante que también ha mostrado sus garras en el siglo pasado en el llamado campo socialista sigue siendo considerado un espacio a conquistar políticamente?
Esta velada en Después de la Deriva nos preparamos para tratar de responder esas inquietudes valiéndonos de esos aportes artísticos y militantes que nos ayuden a pensar y a hacer ese futuro que nos resulta cada vez más imperioso.