¿Para qué hacemos Después de la Deriva? ¿Para quienes? ¿Por qué? Estas preguntas nos resuenan hace 200 programas, cada martes, antes de salir al aire y aunque en algunas ocasiones la urgencia de cerrar el material nos tienta a poner el automático, inmediatamente las preguntas se actualizan.
Si es para cumplir no tiene sentido, para cumplir trabajamos cada día, pagamos impuestos y otras tantas cosas.
Hacemos Después de la Deriva porque nos urge contar, denunciar, construir otro mundo. Porque vemos cómo el sistema destruye el ambiente y las comunidades apañado por el progresismo; porque vemos cómo nos desaparecen pibas y pibes de los barrios, ante un discurso que nos quieren imponer sobre que la policía nos cuida, sobre que podemos reconciliarnos con las fuerzas represivas de ayer y de siempre; porque nos quieren hacer creer que en Argentina, y en toda América Latina, la única opción es entre los menos malos y los peores; porque las experiencias como el zapatismo -que de verdad buscan cambiarlo todo- se nos quieren presentar como imposible fuera de Lacandona; porque, en definitiva, nos quieren hacer pensar que no se puede más que lo que hay.
Cuando comenzamos a soñar este programa, allá por fines de 2016, Raúl Cerdeiras (uno de nuestro compañeros fundadores y que ya no está en el programa pero a quien volvemos siempre para pensar juntes) nos repitió aquella frase que no por trillada deja de ser potente: «Como no sabía que era imposible, lo hizo».
Largas y ondas discusiones tuvimos por entonces con Fernando Gargano, Alejandro Cerletti, Sebastián Cambours, Florencia Ara, Juan Cerdeiras y Hernán Mancuso sobre autonomía, política, economía y otras yerbas.
Hoy ninguno de estos compañeros forma parte del grupo pero con la mayoría de ellos seguimos pensando cómo hacer para dar vuelta un mundo que se nos presenta cada vez más hostil, más desigual, más falto de comunidad.
Y en ese camino que venimos recorriendo Ana Carolina Strongoli, Sergio Arboleya y Natalia Concina nos topamos como invitado con Guillermo Folguera hace dos años y al poco tiempo lo invitamos a sumarse a este colectivo.
De la mano «del Guille», como le llaman militantes socioambientales de todas las latitudes del país, fuimos terminando de dar cuerpo y forma a la idea de que la llamada «cuestión ambiental» es inseparable de la forma de producción del capitalismo, y que una nueva política tiene que romper de igual manera el patriarcado, el extractivismo y las formas representativas que impiden que las y los cualquiera nos pongamos en acto para cambiar las cosas, sin delegar nada.
Vaya esta edición 200 con sólo algunas voces de aquellas y aquellos compas que nos ayudaron a pensar cada tema y ya están hoy y ahora construyendo ese otro mundo que queremos habitar. Gracias a La Tribu por darnos el aire para esta aventura.