PROGRAMA #202 Revista Dialektica #30: sobre capitalismo, ciencia y digitalización en tiempos de pandemia

Tras reacomodamientos internos que obligaron a dos años de silencio, la revista Dialéktica volvió a circular y la noticia, claro está, excede lo editorial ya que constituye el regreso de uno de los focos más lúcidos y consecuentes en torno a las ideas y prácticas autonómicas.

La salida del número 30 de una publicación que atraviesa tres décadas de actividad, renueva su carácter de referencia incómoda y provocativa aún para aquellas personas que nos sentimos cerca de su universo ideológico y por ello el flamante número se posiciona asumiéndose como un espacio comunista.

Obviamente lejísimo de las experiencias del mal llamado socialismo real y de la nefasta alquimia del comunismo de Estado, Dialéktica se propone hablar desde la que –como la propia revista asume- “parece ser una lengua muerta”, pero fundamenta la apuesta en que “volver a cultivar ese habla nos pone en mejores condiciones para ensayar la emancipación”.

La crítica a la representación, las jerarquías y los mandatos estatales que han vivido un apogeo casi sin fisuras en el contexto de la pandemia de coronavirus, son otros de los tópicos que sobrevuelan esta vuelta y que ubican al material en una trinchera conocida pero no por ello anquilosada.

Y para demostrar esa búsqueda por no dejarse corromper en posiciones que se mueven al calor de los acontecimientos políticos y la táctica de la reacción, Dialéktica recurre a un conversatorio con John Holloway para advertir que detrás de la celebración de las identidades y las diferencias implican “la reproducción del capital en la lucha anticapitalista”.

Felices de poder ser un vehículo más para contar acerca de esta novedad que es una ratificación acerca de nociones que compartimos, nos interpelan y la vez nos agitan y agitamos, no parece casual que dialoguemos acerca de estos tópicos después de que una mayoría de la ciudadanía recurría a las urnas para coronar otro engranaje del sistema, para levantar nuevas dudas sobre los límites de la aparente esperanza, para alertar sobre el crecimiento de la denominada derecha o su variante autopercibida como libertaria.

En Después de la Deriva saludamos el regreso de Dialéktica en un contexto donde el sistema sigue mordiéndose la cola y mostrando sus cada vez más acotados márgenes de acción pero donde la subjetividad colectiva no se atreve a otear ese horizonte de la igualdad que nos convoca.

PROGRAMA #201 Trigo transgénico: la trama del Estado empresario

El intento reciente por aprobar el trigo transgénico expuso numerosos elementos que expresan gran parte del despojo ambiental y social que sufren nuestros territorios. La privatización de los alimentos, la política de la desigualdad, la mercantilización de la naturaleza, el paradigma químico, la indiferencia por los cuerpos sacrificados, la naturalización de los agentes contaminantes. Una lista interminable.

Sin embargo, al anunciarse la aprobación parcial del trigo en nuestro país -en tanto necesita de su aprobación definitiva en Brasil- la reaccion de diferentes sectores sociales encendió las alarmas de los grupos de poder, que aún con un impresionante lobby empresarial y estatal, no pueden aún confirmar su comercialización. Movimientos sociales, comunidad científica, campesinos, organizaciones que buscan una comida sana, pueblos originarios, entre tantos otros, buscan poner un límite a este nuevo transgénico en nuestro país que avanza sobre un cereal tan emblemático para nuestro país.

En este programa número 201 de Después de la Deriva hablaremos con tres activistas que vienen buscando que el trigo transgénico no se cultive en nuestras tierras, que los químicos que tienen asociados no lleguen a nuestros cuerpos, que sus semillas no contaminen las que hoy se cultivan. Pero además desde el trigo pudimos hablar acerca de los modelos agrarios de nuestro país. De los modelos que tuvimos, de los que tenemos y sobre todo, de los que necesitamos tener. Va este nuevo programa, entre tanta necesidad urgente y tanta esperanza que alimenta el camino.

#PROGRAMA 200: ¿Por qué hacemos Después de la Deriva?

¿Para qué hacemos Después de la Deriva? ¿Para quienes? ¿Por qué? Estas preguntas nos resuenan hace 200 programas, cada martes, antes de salir al aire y aunque en algunas ocasiones la urgencia de cerrar el material nos tienta a poner el automático, inmediatamente las preguntas se actualizan.

Si es para cumplir no tiene sentido, para cumplir trabajamos cada día, pagamos impuestos y otras tantas cosas.

Hacemos Después de la Deriva porque nos urge contar, denunciar, construir otro mundo. Porque vemos cómo el sistema destruye el ambiente y las comunidades apañado por el progresismo; porque vemos cómo nos desaparecen pibas y pibes de los barrios, ante un discurso que nos quieren imponer sobre que la policía nos cuida, sobre que podemos reconciliarnos con las fuerzas represivas de ayer y de siempre; porque nos quieren hacer creer que en Argentina, y en toda América Latina, la única opción es entre los menos malos y los peores; porque las experiencias como el zapatismo -que de verdad buscan cambiarlo todo- se nos quieren presentar como imposible fuera de Lacandona; porque, en definitiva, nos quieren hacer pensar que no se puede más que lo que hay.

Cuando comenzamos a soñar este programa, allá por fines de 2016, Raúl Cerdeiras (uno de nuestro compañeros fundadores y que ya no está en el programa pero a quien volvemos siempre para pensar juntes) nos repitió aquella frase que no por trillada deja de ser potente: «Como no sabía que era imposible, lo hizo».

Largas y ondas discusiones tuvimos por entonces con Fernando Gargano, Alejandro Cerletti, Sebastián Cambours, Florencia Ara, Juan Cerdeiras y Hernán Mancuso sobre autonomía, política, economía y otras yerbas.
Hoy ninguno de estos compañeros forma parte del grupo pero con la mayoría de ellos seguimos pensando cómo hacer para dar vuelta un mundo que se nos presenta cada vez más hostil, más desigual, más falto de comunidad.

Y en ese camino que venimos recorriendo Ana Carolina Strongoli, Sergio Arboleya y Natalia Concina nos topamos como invitado con Guillermo Folguera hace dos años y al poco tiempo lo invitamos a sumarse a este colectivo.

De la mano «del Guille», como le llaman militantes socioambientales de todas las latitudes del país, fuimos terminando de dar cuerpo y forma a la idea de que la llamada «cuestión ambiental» es inseparable de la forma de producción del capitalismo, y que una nueva política tiene que romper de igual manera el patriarcado, el extractivismo y las formas representativas que impiden que las y los cualquiera nos pongamos en acto para cambiar las cosas, sin delegar nada.

Vaya esta edición 200 con sólo algunas voces de aquellas y aquellos compas que nos ayudaron a pensar cada tema y ya están hoy y ahora construyendo ese otro mundo que queremos habitar. Gracias a La Tribu por darnos el aire para esta aventura.

PROGRAMA #199 Comarca Andina: el fuego de la comunidad

Los incendios desatados en marzo de 2020 en la Comarca Andina permitieron apreciar una combinación de desidia estructural y una voracidad saqueadora mayor que el propio fuego que devastó más de 14.000 hectáreas, pero también puso en superficie los modos de organización comunales que silenciosamente operaban en la zona.

Evidentemente la magnitud del desastre que surcó la zona comprendida por las localidades de El Bolsón, Lago Puelo, El Hoyo y Epuyén excedió a las pequeñas experiencias barriales pre-existentes, pero a casi 18 meses de esos fuegos, un grupo de compañeros y compañeras que activan allí hacen memoria y balance de una experiencia que continúa.

Orgullosos de que Después de la Deriva pueda ser el escenario para ese debate autónomo y por abajo, compartimos a la distancia con
Paula, Daniela, Luna, Abi, Iván y Maxi quienes conectaron con este programa mientras compartían vivencias y armaban plantines de nativas para reforestar.

La charla franca entre iguales nos permite avanzar en el análisis de la feliz gimnasia de lo colectivo pero, también, en las limitaciones que esas prácticas encuentran cuando la emergencia arrecia y se descubre que somos menos de los que haría falta.

La chance de llegar a abrir esa instancia de reflexión sobre una acción cotidiana y natural para quienes habitan y activan en esa región, es un privilegio que agradecemos y que aspiramos a multiplicar desde el aire alternativo y alterativo de La Tribu.

Creemos que continuar tejiendo en plural desde el pulso cotidiano de asumir cada instancia de la existencia es un ejercicio que debe continuar multiplicándose y creciendo para así sembrar fecundamente otras subjetividades que asuman cabalmente que nada puede esperarse del Estados y sus mecanismos de jerarquía y representación.

Cuando el extractivismo no se detiene ni antes las cenizas de sus propios crímenes, la represión apunta a desarticular y la prebenda se otorga a cambio de aceptación y mansedumbre, vayan estas voces como un valioso documento político y de época para enredarse en los vientos y esparcir la necesidad de avanzar en la hechura de otros mundos para habitar.

PROGRAMA #198 El Reciclador urbano: semillas de autogestion

A pesar de que cada vez parece ser más claro que las formas de habitar el mundo que anhelamos están lejos de las ciudades, muches aún no decidimos dar el paso hacia zonas menos pobladas.
Las ciudades se nos presentan como espacios hostiles, habitadas por individuos donde la máxima expresión de comunidad se reduce a la institución familiar, donde la única forma de tener alimentos es yendo al supermercado.
A contrapelo de este modelo, que tiene su grado de certeza, algunas experiencias crecen y se gestan en las urbes más pobladas de los países, como el caso del colectivo El Reciclador en la Ciudad de Buenos Aires que desafía todos los prejuicios anteriores.
Si otras prácticas como las Bibliotecas Al Paso que ya visitamos en Después de la Deriva nos demostraron que en las metrópolis se puede construir comunidad más allá de las paredes de la propia casa, y pensar y hacer con vecines sin depender de nada ni de nadie más que del propio colectivo; el Reciclador viene a demostrar que se puede producir alimentos naturales y de cercanía en las calles de cualquier barrio porteño.
La idea, que enunciada parece imposible, es el motor de la actividad de este colectivo que ha construido huertas comunitarias en veredas, verdades espacios de encuentro, intercambio y autonomía que les han llevado a poder resistir incluso intentos de desalojo.
Pensar que puede existir un hacer urbano bajo estas premisas es sin duda una bocanada de aire para quienes habitamos las ciudades y soñamos con otros modo de vivir.