El descontento que la sociedad cubana viene expresando en las calles de La Habana y en otras ciudades de la isla han vuelto a ser motivo para un reduccionismo que limita el problema a apenas dos interpretaciones posibles: o al bloqueo que la nación padece como consecuencia de su modelo socialista o al régimen de partido único que es definido como una mera dictadura.
Pero Cuba, además de ese acotado prisma dual es un territorio complejo en el que palabras e ideas como revolución, disenso, burocracia, derechos humanos, libertad, prostitución, Estado y burguesía entran en tensa ebullición en el contexto de un planeta donde la presencia del socialismo real como contraparte del imperio capitalista es ya una foto borrosa y sepia.
Abordar desde el presente aquellos paradigmas encarnados por figuras míticas como las de Ernesto Che Guevara o Fidel Castro bien puede ser faltar a una suerte de verdad histórica construida al calor de otro tiempo, pero también es cierto que la gesta cubana en el marco del mundo bipolar recogía entonces una porción de las críticas que el modelo soviético merecía a escala planetaria.
¿Es posible pensar a Cuba hoy sin el criminal bloqueo imperial? ¿El modelo revolucionario de toma del poder y el Estado admite la disidencia? ¿Si las personas y el mundo cambiaron varias veces desde mediados del siglo pasado es dable imaginar que un modelo de gobierno se mantenga incólume? ¿La autodeterminación de los pueblos es una fórmula que aplica solamente si el gobierno de turno no es de nuestro agrado?
Esas y otras preguntas atraviesan esta noche en La Tribu con las presencias de la pareja cubana conformada por Cecilia Benítez y Pablo Pinet, integrantes del Colectivo Migrante de Rosario, y también con el compañero Raúl Zibechi, un agudo observador de los movimientos sociales latinoamericanos.
En Después de la Deriva apostamos desde esos aportes y también junto a la escucha atenta del otro lado del parlante, a contribuir a un debate que necesariamente invita a pensar sin los pesados y cuestionados dogmas del pasado para, en cambio, atreverse a construir alternativas más vigorosas, vitales, diversas y actuales que pongan freno a la depredación capitalista y su lógica patriarcal, bárbara y colonial.