En un mismo gesto Hebe de Bonafini fue capaz de darle cauce, espacio y entidad a la rabia o ingresar en el espiral del clientelismo partidario y estatal de la más baja calaña. Entre esas dos posibles caras, infinitas más, llenas de luces y sombras, de contradicciones y certezas.
Figura central en la lucha contra el genocidio de la última dictadura cívico-militar, su figura emergió alejándose siempre del de la víctima de una desgracia y, en cambio, dotando de contenido político a la lucha de hijos e hijas.
Fue ese pulso incendiario el que la convirtió, también a un tiempo, en un problema para la recuperada institucionalidad democrática y en un faro y posible cobijo para personas y grupos desconfiadas de las bondades del sistema.
Fue la Asociación y la Universidad Popular (en algún momento contraria a las subvenciones y los programas de estudio oficiales) la que acogió los gérmenes de colectivos culturales y políticos como Situaciones, Pañuelos en Rebeldía, Mascaró Cine Americano y, modestamente, también Devenir. Y ese mismo seno se pobló de espinas para expulsar experiencias que se conformaban matizando los acuerdos bajados desde el mando.
¿Aquella Hebe combativa era una vieja buena de espíritu cordial y horizontal o quisimos disimular su estilo de conducción personalista y autoritaria capaz de sepultar todo disenso? ¿Habrá sido aquella característica la que la llevó a una alianza estratégica y horrible con el estado kirchnerista para involucrarse –ni más ni menos- en el barro de la obra pública?
Algunas de estas preguntas son necesarias de hacer aunque duelan, sin eufemismos ni deditos acusadores, sin apelar a la cultura de la cancelación pero tampoco sucumbiendo a la remanida justificación de los errores humanos porque algunas cosas pueden ser equívocas y otras tienen que pagar el mismo precio que todos los mortales, nosotras y nosotros incluidos.
Referir a la Hebe potencia con la complejidad que conlleva por sus aciertos y sus derrumbes, es para quienes hacemos Después de la Deriva tratar de seguir apostando a construir ese lugar mejor que solamente es posible mejorando como personas y como sociedad, no claro desde la superación onanística sino desde la construcción de lazos fecundos capaces de forjar comunidades igualitarias, libres y emancipadas

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