Más de cuatro décadas atrás, cuando internet y Netflix no cabían en la imaginación y Argentina se abismaba en la larga noche de su dictadura más atroz, Charly García se preguntaba -no sin ironía por la fallida intentona escapista de la realidad- “qué se puede hacer salvo ver películas”.

Pero esta medianoche en la entrega número 72 de Después de la Deriva, queremos pensar a las películas como hecho político, como territorio a atravesar para allí asumir la realidad con todos sus pliegues.

Del cine militante a la militancia por el derecho a la imagen, a la palabra, el documental “Antón Pirulero” y su realizador, el cineasta Patricio Escobar, que hoy nos visita, reúnen esos atributos y, además, mete el ojo en un asunto incómodo para toda corrección política actual al visitar el drama de los desaparecidos en democracia.

Iván Torres, Martín Basualdo, Andrés Nuñez, Franco Casco, Elías Gorosito, Miguel Bru, Andrés Nuñez, Daniel Solano, Julio López, Santiago Maldonado y Luciano Arruga, son algunos de los tremendos ejemplos que se visitan en el filme y que, más allá, de la denuncia, ponen el foco en el Estado como factor protagónico central para generar esa masacre silenciosa que ostenta una nómina superior a las 200 víctimas.

En este programa donde nos interesa trabajar ideas en torno a la subjetividad que nos moldea, la impronta estatal capaz de habilitar esa práctica criminal casi sin distingos entre dictadura y democracia, reaparece como una seña que confirma nuestras presunciones y que nos obliga a ver de qué modo podemos expandir esa certeza para sumar manos y cuerpos en la imperiosa tarea de dar forma a una existencia que en lugar de la lógica del capital sea “para todos todo”.

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