En agosto pasado la Comisión Sexta del Ejército Zapatista de Liberación Nacional elaboró un extenso documento en tres profusas entregas donde despliega una toma de posición hacia adentro y hacia afuera de su gesta política que desde hace casi 25 años alumbró en Chiapas una nueva subjetividad que podemos presentar como un nuevo despertar político destinado a toda la humanidad, a cualquiera.

La proclama zapatista se ocupa críticamente de la situación mexicana, fustiga al socialdemócrata Manuel López Obrador, ungido en presidente del país en las elecciones de julio último, luego de haber tomado fallida parte en la contienda como parte del Congreso Nacional Indígena.

¿Fue la primera participación en la política de arriba un síntoma de los problemas que aquejan al zapatismo? ¿La postura intransigente sobre el mandatario que asumirá el 1 de diciembre es también una señal contra la lógica del mal menor?

Pero, más allá de lo electoral, la comandancia del EZLN expresa su persistencia en el tipo de pelea que despliega cuando afirma “Nosotros seguimos caminando con dos pies: la rebeldía y la resistencia, el no y el sí; el no al sistema y el sí a nuestra autonomía, que quiere decir que tenemos que construir nuestro propio camino hacia la vida”.

Y, al mismo tiempo, observa las limitaciones de ese andar al señalar “Nos vamos a quedar solos, nos van a decir que somos marginales, que estamos quedándonos fuera de la gran revolución… de la cuarta transformación o de la nueva religión (o como quieran llamarla), y vamos a tener que remar contra corriente otra vez. Pero no es nada nuevo, para nosotros y nosotras, eso de quedarnos solos”.

Entonces, en la Deriva de esta noche queremos pensar junto a todos los que nos escuchan, justamente esta cuestión, pero con plena conciencia que ahí se concentra un arduo problema que a todos nos atraviesa, a nuestro colectivo también, y que salir airoso será un trabajo conjunto y de años, pero que quizás ya no podemos seguir postergando y menos ignorarlo.

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