El informe anual que Correpi presentó el viernes último en Plaza de Mayo dio cuenta que 436 personas fueron asesinadas por el aparato represivo estatal en Argentina durante 2022, con lo que la cuenta de víctimas fatales de la institucionalidad democrática a cuatro décadas de continuidad del régimen, evela la cifra a 8.701 personas.

Esta nómina, dolorosa y popular a la vez, pone en cuestión los fundamentos de un sistema que no solamente no cumplió con esperanzadores enunciados (“con la democracia se come, se cura y se educa”) sino que pone de manifiesto que con la democracia continúa vigente el entramado criminal de la represión para sostener las bases de un modelo de saqueo con cada vez mayores índices de pobreza y desigualdad.

Para visitar esos números y el contexto en el que se expresan, dialogamos con la abogada María del Carmen Verdú, referente de Correpi y especialista en asuntos de derechos humanos y seguridad con perspectiva popular.

La valiosa y valiente labor de Verdú y sus compañeros y compañeras acerca a toda la población unos guarismos escalofriantes sobre 40 años de gobiernos democráticos en los que apenas una cuarta parte correspondieron a administraciones no peronistas. A pesar de este dato también concreto, ella hace un llamamiento a “no al terror amarillo otra vez” en relación a una posible victoria cambiemita en las elecciones de octubre venidero.

Compartiendo con ella la lógica determinación de “no votar victimarios”, en Después de la Deriva creemos que –también en este caso- acotar el problema al gestor o gestora de turno nos pone a bailar una música que no debiera ser la nuestra.

Por eso nos preguntamos, tanto a la hora de tomar nota de la represión estatal, el extractivismo o el entramado económico ¿hasta cuándo deberemos seguir apostando al mal menor? ¿es una alternativa acumular únicamente para que pierda la más malévola de las opciones?

Con nuestro credo 2001 gritando desde entonces “que se vayan todes”, seguimos haciendo nuestra apuesta por una construcción que abajo y a la izquierda tome los problemas en sus manos sin intermediarios ni profesionales de la política.

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