Las represiones que sufrieron las comunidades de Andalgalá y Choya en Catamarca mostraron a las claras que este sistema sólo puede multiplicarse y actuar a través de la opresión de las comunidades.
De esta manera se concreta lo que se conoce como zona de sacrificio, el sacrificio de cuerpos y territorios para poder exportar algunos productos, las llamadas «comodities».
A veces es oro o plata, a veces es litio, a veces es soja pero la lógica es la misma: exportar para favorecer a algunos sectores tanto locales como internacionales y sobre todo para que ingresen los dólares necesarios para mover esta maquinaria.
Este modelo sólo se puede garantizar con cómplices locales. Cuesta hoy mucho diferenciar lo que dice y hace un funcionario de aquello que hace el CEO de una empresa. Cuesta mucho diferenciar también aquellos profesionales del Estado argentino que dicen defender lo público de aquellos otros que representan a la propia empresa.
Por supuesto que no hay sólo eso cuando alguien pisa Andalgalá en Catamarca. También hay una multiplicidad de imágenes de resistencia, una organización sistemática que está atravesando hace meses, hace años, tanto las comunidades de Andalgalá como de Choya.
En este programa tan especial de Después de la Deriva se termina aquel viaje empezado hace una semana en Tucumán abrazando a un montón de compañerxs que cotidianamente se juntan, se organizan y dicen que No a la megaminería; que hace años, todos los sábados a la tarde en la plaza central de Andalgalá, se juntan para decirle basta a este modelo y reproducir una y otra vez diferentes formas de vida.
Va este abrazo a esta localidad maravillosa en la cordillera catamarqueña; va este abrazo también a un montón de personas a lo largo y ancho de nuestro territorio que eligen caminar su propio destino.
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