Después de 12 años en los que el kirchnerismo se desplegó para coser las suturas generadas por la revuelta de diciembre de 2001 e intervino la coyuntura resignificando muchas expresiones que poblaron las demandas ciudadanas de entonces, el macrismo parece haber llegada para completar la tarea.

Aún a contrapelo de la épica discursiva de sus predecesores, el gobierno que encabeza Mauricio Macri recurre a un diccionario que a su modo atiende ciertos  conceptos ligados a la crítica a la normalidad política para vestir sus actos de gestión.

La impostura de esta nueva derecha vernácula agita las visiones políticamente correctas que ligan sin más a Macri con la última dictadura cívico-militar en una panorámica donde la desaparición de Santiago Maldonado opera amplificando ese fragmento de la foto.

Con 21 medianoches sobre la deriva, nos negamos a aceptar y difuminar esa afirmación por escueta ante el problema con el que nos enfrenta y por funcional a quienes, justamente, alimentaron con sus designios y desgarros la fuerza del enemigo.

Bajo la tutela intelectual del cuerpo de asesores que encabeza Jaime Durán Barba, Macri y su equipo empresarial articulan esta fase de la lengua del poder haciendo equilibrio entre el humor social y las potencias del sistema dominante.

Por eso nos preguntamos ¿Es a partir del colapso de las verdades absolutas que portaban las ideologías durante el siglo XX que Cambiemos separa la política de las ideas?

¿Será porque Cambiemos es la nueva síntesis capaz de leer las novedades que irrumpen en la vida social y política para neutralizarlas y hacerlas jugar en su campo?

Sobre la fase actual del capitalismo que el macrismo encarna en la Argentina y los desafíos políticos y discursivos que elegimos asumir quienes empuñamos las banderas de la emancipación y la igualdad vamos a derivar a partir de este momento.

Tómese como un aporte para discutir y amasar ese después que queremos construir con la explícita intención de cambiar el mundo.

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