Tras reacomodamientos internos que obligaron a dos años de silencio, la revista Dialéktica volvió a circular y la noticia, claro está, excede lo editorial ya que constituye el regreso de uno de los focos más lúcidos y consecuentes en torno a las ideas y prácticas autonómicas.
La salida del número 30 de una publicación que atraviesa tres décadas de actividad, renueva su carácter de referencia incómoda y provocativa aún para aquellas personas que nos sentimos cerca de su universo ideológico y por ello el flamante número se posiciona asumiéndose como un espacio comunista.
Obviamente lejísimo de las experiencias del mal llamado socialismo real y de la nefasta alquimia del comunismo de Estado, Dialéktica se propone hablar desde la que –como la propia revista asume- “parece ser una lengua muerta”, pero fundamenta la apuesta en que “volver a cultivar ese habla nos pone en mejores condiciones para ensayar la emancipación”.
La crítica a la representación, las jerarquías y los mandatos estatales que han vivido un apogeo casi sin fisuras en el contexto de la pandemia de coronavirus, son otros de los tópicos que sobrevuelan esta vuelta y que ubican al material en una trinchera conocida pero no por ello anquilosada.
Y para demostrar esa búsqueda por no dejarse corromper en posiciones que se mueven al calor de los acontecimientos políticos y la táctica de la reacción, Dialéktica recurre a un conversatorio con John Holloway para advertir que detrás de la celebración de las identidades y las diferencias implican “la reproducción del capital en la lucha anticapitalista”.
Felices de poder ser un vehículo más para contar acerca de esta novedad que es una ratificación acerca de nociones que compartimos, nos interpelan y la vez nos agitan y agitamos, no parece casual que dialoguemos acerca de estos tópicos después de que una mayoría de la ciudadanía recurría a las urnas para coronar otro engranaje del sistema, para levantar nuevas dudas sobre los límites de la aparente esperanza, para alertar sobre el crecimiento de la denominada derecha o su variante autopercibida como libertaria.
En Después de la Deriva saludamos el regreso de Dialéktica en un contexto donde el sistema sigue mordiéndose la cola y mostrando sus cada vez más acotados márgenes de acción pero donde la subjetividad colectiva no se atreve a otear ese horizonte de la igualdad que nos convoca.
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