La llamada Cuenca del Plata, una de las reservas hídricas más importantes del mundo que incluye a los ríos Paraná y Paraguay y a sus afluentes, es por estas horas el escenario de una disputa territorial, económica y también de sentido.
Es que esa ruta de agua de más de 3.400 kilómetros que va desde Puerto Cáceres, en Brasil, hasta Nueva Palmira, en Uruguay y pasa, además, por Bolivia, Paraguay y Argentina, hace circular actualmente más de 125 millones de toneladas de carga y bajo la denominación comercial de Hidrovía es un aún lo que da nombre a un negocio impulsado hace más de un cuarto de siglo por la presidencia de Carlos Menem.
Con la finalización de una concesión escandalosa que favoreció a un consorcio encabezado por una empresa belga y mientras el actual gobierno extendió a fines de abril y por 90 días la continuidad empresaria de entonces, los debates formales por arriba buscan desplegar argumentos que mezclan nociones ligadas a renta, soberanía, eficacia y usufructo.
Mientras esas discusiones palaciegas no logran ver más lejos de una puja de intereses varios, las organizaciones con perfil socio-ambiental pugnan por instaurar una agenda que se piense y se exprese desde el río más allá del mero negocio, de la ganancia como norte.
Esta noche a través de La Tribu trataremos de acoger esas nociones territoriales y vitales que se resisten a conjugarlo todo desde una perspectiva utilitaria.
Pero, además, en Después de la Deriva y con los valorados y sensibles aportes de dos artistas ribereños de excepción como Jorge Fandermole y Carlos “Negro” Aguirre, trataremos de ligar esta disputa con una mirada que además denuncie a los extractivismos como modus operandi.
Porque no se trata de cuánta ganancia haya ni que bandera patria flamee sobre el proyecto, navegamos otra vez unas aguas turbulentas y bravas, que son las que nos ayuden a aportar a ese mundo de iguales y emancipados en cualquier rincón de un planeta que grita basta de saqueo y pillaje.
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