La desaparición de Facundo Castro Astudillo desde el 30 de abril pasado reactualiza con otros nombres y sellos un modus operandi estatal donde puede apreciarse de qué manera entiende el sistema la posibilidad de plasmar políticas públicas de largo aliento, gobierne quien gobierne.

El Estado, represor por su propia matriz y función, pero que por momentos se materializa más brutalmente, vuelve a expresar así de qué manera se maneja con aquellas personas que margina, desprecia y descarta cuando no puede matarla con sus planes de hambre y destrucción.

Las fuerzas policiales o militares puestas en ponderación por el ejecutivo nacional en el contexto pandémico que nos asola, perpetraron un nuevo acto de barbarie en este caso en la localidad bonaerense de Pedro Luro, cercana a Bahía Blanca, en pleno territorio gobernado por Axel Kiciloff y con un ministro de seguridad estrella como Sergio Berni.

Y más allá de las simpatías y pasiones que pudieran despertar agrupaciones o personajes, este nuevo programa de Después de la Deriva acerca de desapariciones en democracia y violencia institucional aspira a funcionar con la misma pertinaz constancia pero en distinto sentido que la maquinaria estatal que se activa en estas situaciones y que tan bien describió en su filme “Antón Pirulero” el cineasta Patricio Escobar, uno de nuestros invitados.

También junto a Leandro Aparicio, abogado de familia de Facundo, y con el enorme aporte de la abogada Verónica Heredia, dos profesionales curtidos en las violencias coloniales y patriarcales, compartimos dolores, aprendizajes y coincidencias para tratar de avanzar en la necesidad de ponerle fin a esta lógica criminal de la democracia capitalista.

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