Porque habitamos la deriva pero anhelamos construir los puentes que nos permitan dejarla atrás, en esta décimo cuarta medianoche en La Tribu, enhebramos un nuevo capítulo de las temáticas que nos inquietan y nos convocan.

Como somos los cualquiera, los nadies, tenemos derecho a interrogarnos acerca de los lugares de dónde partimos y de los nombres que le damos a nuestros insumos para, lenta y trabajosamente, poder andar.

Por eso, hoy vamos a dialogar entre nosotros acerca de la autonomía, una denominación que aspira a identificarnos pero que nos ametralla a preguntas por, en principio, ser un dato de época que adeuda a la posmodernidad.

Entonces intuimos allí el riesgo del regodeo en las diferencias, la celebración de un asunto pequeño más preocupado en alguna pureza que en hundirse en el fango en busca de lazos a anudar.

Los que estamos aquí queremos que la potente noción autonómica que nos atraviesa tenga encarnadura política, funcione como interrupción de la norma, muestre los filos de su carácter colectivo y creador por instaurar un común que modifique la subjetividad.

Entre las falencias que creemos percibir y los contornos de las potencias que anhelamos encender, esta velada nos convoca a charlar acerca de la autonomía.

Ojalá que estén allí para ayudarnos a encontrar los pliegues por donde esta apuesta halle ese cauce diverso, destituyente y contagioso para navegar con su gesto político y poder hallar el Después de la Deriva.

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