Cada 21 horas el estado asesina hoy a una persona. La estadística se incrementó en los últimos tres años. Según datos de la CORREPI, durante el kirchnerismo el promedio fue de un asesinato cada 30 horas y al finalizar la gestión habían llegado a uno cada 28. Desde el inicio de la democracia, estas muertes ascienden a 6.564.

Esta noche en después de la deriva queremos ponerle historias a esas cifras, nombres y contextos pero sobre todo preguntarnos: ¿qué democracia y para qué?.

Sin caer en simplificar que el régimen que estamos viviendo sea igual a una dictadura, nos preguntamos ¿cuáles son los derechos que efectivamente gozan las y los pibes de los barrios? ¿Cuáles son sus posibilidad de legítima defensa, de juicio justo o de sencillamente, sobrevivir en las calles bajo el hostigamiento de las fuerzas?

Durante estos años de democracia, el “gatillo fácil” ha pasado por distintos momentos, a veces se presentó como una excepción, como un policía o gendarme sacado; en otras, como ahora, se blanquea más que se trata de una política de Estado. Hoy queremos indagar en lo necesario de esta práctica para sostener el sistema en el que vivimos.

Lo necesario del control y adoctrinamiento de los cuerpos como forma de doblegar las ideas, lo imprescindible del miedo y del hambre para reproducir esa explotación y para asegurar desde el Estado que se sostenga, con un rostro más o menos humano según el momento, la desigualdad y la explotación.

Esperando hacer un aporte más al grito de Ya Basta que debería resonar en las calles y en cada uno de nosotres, va esta Deriva en homenaje a cada una y uno de las víctimas pero también por la emancipación de toda la humanidad.

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