Programa #22: ¿Cuál es hoy el sentido de «Revolución»?

Nuevas cremas, nuevos vinos, nuevos sistemas, nuevos estilos: la revolución es una nota de impacto en etiquetas y folletos, acompaña a las marcas en su aventura por la generación de demanda, es el nombre de la promesa de cambio novedoso, un recurso de identidad corporativa para el comercio capitalista.

¿Qué ocurre por fuera del marketing? ¿Qué es lo que escuchamos detrás de la palabra revolución en estos tiempos en que la gestión se impone como ideología dominante y convierte todo lo pensable en mercancía?

A punto de cumplirse 100 años de los sucesos de octubre de 1917 en Rusia, del nacimiento de la Unión Soviética, nos preguntamos esta noche acerca de la significación de esa palabra en la actualidad. ¿Es la revolución un asunto político? ¿Es un término clásico, abandonado por las ideas sociales y políticas contemporáneas? ¿Implica la revolución, acaso, una totalidad incompatible con las miradas políticas autónomas? ¿Es pensable una revolución sin la toma del poder?

¿Es la revolución una idea totalitaria, nacida de un pensamiento hegemónico incapaz de dar cuenta de la diversidad en el seno de la vida social? ¿Qué relación puede haber entre revolución y autonomía? ¿Hubo experiencias revolucionarias distintas a las que dieron lugar al llamado socialismo realmente existente?

Desde la más elemental atención sobre el sentido de las palabras, se nos hace difícil incorporar en una misma serie la revolución francesa, la revolución rusa, la revolución española o las autoproclamadas revolución ciudadana o revolución boivariana, como nombres emblemáticos de los procesos latinoamericanos que inauguraron el siglo XXI. ¿Por qué resulta útil, por ejemplo, nombrar una revolución de la alegría en esta sociedad que pareciera haber abandonado cualquier atisbo de radicalidad?

Repletos de preguntas, muñidos de algunas afirmaciones, inquietos ante la dificultad de asir una idea tan compleja y tan resignificada, abordamos nuestra vigésima segunda deriva en este mar incierto.

Programa #21: ¿Con qué discurso gobierna el macrismo?

Después de 12 años en los que el kirchnerismo se desplegó para coser las suturas generadas por la revuelta de diciembre de 2001 e intervino la coyuntura resignificando muchas expresiones que poblaron las demandas ciudadanas de entonces, el macrismo parece haber llegada para completar la tarea.

Aún a contrapelo de la épica discursiva de sus predecesores, el gobierno que encabeza Mauricio Macri recurre a un diccionario que a su modo atiende ciertos  conceptos ligados a la crítica a la normalidad política para vestir sus actos de gestión.

La impostura de esta nueva derecha vernácula agita las visiones políticamente correctas que ligan sin más a Macri con la última dictadura cívico-militar en una panorámica donde la desaparición de Santiago Maldonado opera amplificando ese fragmento de la foto.

Con 21 medianoches sobre la deriva, nos negamos a aceptar y difuminar esa afirmación por escueta ante el problema con el que nos enfrenta y por funcional a quienes, justamente, alimentaron con sus designios y desgarros la fuerza del enemigo.

Bajo la tutela intelectual del cuerpo de asesores que encabeza Jaime Durán Barba, Macri y su equipo empresarial articulan esta fase de la lengua del poder haciendo equilibrio entre el humor social y las potencias del sistema dominante.

Por eso nos preguntamos ¿Es a partir del colapso de las verdades absolutas que portaban las ideologías durante el siglo XX que Cambiemos separa la política de las ideas?

¿Será porque Cambiemos es la nueva síntesis capaz de leer las novedades que irrumpen en la vida social y política para neutralizarlas y hacerlas jugar en su campo?

Sobre la fase actual del capitalismo que el macrismo encarna en la Argentina y los desafíos políticos y discursivos que elegimos asumir quienes empuñamos las banderas de la emancipación y la igualdad vamos a derivar a partir de este momento.

Tómese como un aporte para discutir y amasar ese después que queremos construir con la explícita intención de cambiar el mundo.

Programa #20: ¿Cuál es la dimensión política del terrorismo?

nota: por fallas técnicas, este audio no tiene la calidad habitual y termina unos instantes antes del cierre del programa.

Empujados por el calendario y la superposición de fechas, se nos ocurrió pensar que el golpe militar contra Salvador Allende en Chile en 1973 y el atentado que derribó las torres gemelas en Estados Unidos en 2001 estaban unidos por lo que Silvio Rodríguez cantó como “un odio semejante” y pensamos en dos de las caras del terrorismo.

Pero yendo más allá de la efeméride, encontramos que el del terrorismo es un traje que se le puede calzar casi a cualquier situación y semejante utilitarismo nos puso en alerta.

Acá nomás oteando los diarios los voceros oficiosos agitan el fantasma mapuche mientras las viudas del 49% lo invocan para referir a Santiago Maldonado y a la responsabilidad estatal frente esta desaparición, quizás para disimular las tantas otras veces en que miraron para otro lado.

Por otro lado, el mundo occidental se resquebraja frente a ataques suicidas que generan dos efectos tan desgraciados como ilusorios: Que a cualquiera le puede pasar y que son capaces de generar un consenso automático capaz de unir contra el mal.

Si el terrorismo supo ser la característica política de una acción, hoy opera como un sustantivo que parece disponible a ser llenado con contenidos de ocasión que, en definitiva, siempre acaban teniendo el efecto de saludar el sistema democrático y su lógica capitalista.

¿O es que acaso las sociedades modernas no hemos asimilado que las grandes potencias buscan instaurar la democracia apelando a métodos terroristas? ¿O no vemos que las invasiones y las guerras forman parte del paquete que tiene al sistema democrático como finalidad?

Por eso, prendemos la mecha del interrogante para preguntarnos ¿Tiene sentido político oponer al Estado democrático el Estado terrorista? ¿O burlamos los matices y sostenemos que todo Estado es terrorista?

Éstas y otras inquietudes sacudirán las nociones confortables y bienpensantes de esta vigésima medianoche en la deriva donde haremos lo imposible porque un puñado de ideas vivas le ganen la partida al miedo paralizante.

Programa #19: El Estado como problema

En Después de la Deriva nos ubicamos a distancia del Estado para dar nuestra pelea por la emancipación, entendiendo que ningún proyecto emancipativo puede darse desde ese lugar, pero no podemos cerrar los ojos ante otras experiencias que construyen su andar y siembran alternativas por andariveles distintos a los que elegimos.

Ni los que consideramos al Estado un enemigo o descreemos en él como lugar para cualquier ruptura radical, ni aquellos que militan con la convicción de que es posible cambiar las cosas desde adentro hemos podido aún generar un mundo igualitario.

Asumiendo esa dificultad y el expandido imperio del capital, nos atrevemos no únicamente a asumir al enemigo sino a problematizar nuestras propias debilidades y por ello convidamos a reconocer las vivencias de quienes salen al escenario donde se desenvuelve la política de arriba.

Por otro lado, tomando como referencia los años de regreso a la institucionalidad democrática ¿qué influencia tuvieron las luchas y organizaciones no estatales de base para llegar a diciembre de 2001?

¿Por qué una parte de estos movimientos sociales no han podido mantenerse funcionando de manera autónoma? ¿Apuntaban al Estado o el Estado supo cómo cooptarlos?

También nos interesa indagar en el tipo de articulación que el poder propone a los movimientos y si ese modo de interlocución varía de acuerdo a la fuerza política gobernante o desde nuestro campo se puede considerar que son todos lo mismo.

Con esa referencia pendiendo sobre nuestras prácticas ¿debemos asumir que toda organización que irrumpe tiene esa limitación del poder instituido como frontera infranqueable?

¿Hay manera de sostener un diálogo posible con los instrumentos del Estado o esa comunicación es apenas una ficción encaminada a la domesticación?

Esta medianoche estamos en zona de diálogo para no solamente escuchar a aquellos que coinciden con nuestros postulados sino para aprender de lo bueno y de lo malo de aquellos que trabajan por el cambio social apelando a formas diferentes a las nuestras.

Programa #18: Agroecología

La división internacional del trabajo es una noción que parece haber quedado en desuso. La importancia incuestionable que tienen las relaciones de poder, especialmente en el plano cotidiano de los vínculos interpersonales, parece haberse extendido a tal punto como paradigma del pensamiento político que en ocasiones enmascara otros asuntos, asuntos que impactan de muchas maneras en la vida colectiva de los pueblos.

Sin embargo, esta noción, como algunas otras, sigue siendo imprescindible. El mundo actual está organizado, y lo está a escala global quizás mucho más que en cualquier otra época de nuestra historia. Actualmente, los países periféricos seguimos siendo los proveedores de materias primas para los países centrales. Y esto es tan así, y lo es a tal escala, que lo que se pone claramente de manifiesto es que lo que estamos entregando es, literalmente, nuestros países, nuestro suelo.

La industria contemporánea consume hasta el desastre los territorios que explota. Lo hace con la explotación literal de la tierra: se lleva los minerales del suelo. Y no lo hace solamente con la explotación minera, sino también con la desertificación del suelo a través de tecnologías agropecuarias que dejan tras su paso una devastación nunca antes vista.

Esta devastación viene acompañada del envenenamiento de aguas y alimentos. La fumigación de las poblaciones y de sus cultivos, una práctica que podría ser considerada un crimen de guerra, es un asunto cotidiano en nuestros territorios. La voracidad del capitalismo avanzó de tal modo que está poniendo en riesgo, incluso, la sustentabilidad del propio modelo de explotación.

Tanto es así que desde el nervio mismo del capitalismo aparecen discursos que reclaman, en nombre de la ecología, formas sustentables de explotación. Mientras las poblaciones más pobres son fumigadas en las zonas agropecuarias, las poblaciones más ricas, en los centros urbanos, pagan dinerales por una sana alimentación a base de producción orgánica.

La ecología se ha convertido, entonces, en un asunto de principal importancia para los sectores que resisten y confrontan contra los grupos más concentrados de la economía mundial, pero también para esos mismos grupos que advierten que el negocio puede no durar demasiado.

Y a este asunto cabe agregarle, también, otra arista: el individualismo democrático contemporáneo, reduciendo la vida humana a la conservación de los cuerpos, imagina un paraíso de alimentación pura, bicisenda y fitness. Ese imaginario, no obstante, se apoya en un sistema de producción y consumo que atenta contra la vida de poblaciones enteras.

En este contexto nos preguntamos esta noche acerca de la agroecología. ¿Cuál es el alcance que tienen las luchas por otras formas de producción agropecuaria? ¿Cuál es el impacto que estas luchas tienen en relación a la organización social? ¿Es la ecología un asunto de filántropos, una vanidad despolitizada de “gente bien”? ¿O son estas luchas un espacio autónomo en el cual los pueblos aparecen resistiendo y decidiendo sobre la vida común? En otras palabras: ¿hay algo políticamente activo en estas luchas? ¿Puede el capitalismo asimilar todo esto en una reconversión industrial que garantice su propia sustentabilidad?

En medio de la devastación lo que nos urge es encontrarnos. Desde aquí, donde nos junta la palabra, intentaremos hacerla rodar una vez más al servicio de ideas que se muevan, que caminen hacia un después, hacia algún después de esta deriva.