Chile es para quienes habitamos este lado de la cordillera un espejo, una antagonía, una continuidad, un reflejo. Pero en Después de la Deriva deploramos las fronteras y sus preconceptos chauvinistas y emprendemos otro viaje virtual a un territorio que se nos presenta como referencia y posibilidad.
Es que ni el parate dramático impuesto por la pandemia parece haber logrado difuminar los fuegos de las revueltas populares de octubre pasado y las personas organizadas y dispuestas a la aventura de construir otra realidad siguen trajinando el camino de juntarse, inventar, resistir y proponer.
Desde esa tozuda convicción comunitaria que ayer nomás supo sacudirse allí la mega-chanchería que el gobierno argentino ahora pretende imponer por estos lares mientras dice cuidarnos de todo mal, a las experiencias colectivas contra los extractivismos, da coraje y entusiasma reconocer-nos compañeres sin importar banderas, himnos, abusos ni explotaciones.
Andrea Cisternas, una de las voces que se levantó contra la factoría de cerdos en Frierina en 2012 y sigue articulando peleas y espacios, el abogado ambientalista Alan Carvajal desde Coquimbo y el editor Emmanuel Jiménez en La Serena, se llegan hasta el aire de La Tribu para narrar esas epopeyas plurales y desde abajo que nos convidan al lazo, al puente, al hastío, a la decisión de hacer otro mundo sin demoras.
Reunidos a través de la fría red de las pantallas, hicimos mesa común burlando toda distancia y balbuceamos los aprendizajes necesarios para esquivar los atajos de la representación, la pequeñez partidaria, la miseria de lo que se nos ofrece como único posible y nos pusimos a remar los acontecimientos y las ideas desde donde hacer brotar esos puertos sin aduanas que se nutren del horizonte.
Los contextos de crisis sociales suelen ser aprovechados por los poderes de turno para consolidar, acelerar y multiplicar sus emprendimientos. Así, como no podía ser de otro modo, se alternan imágenes complementarias de una avanzada represiva y una intensificación de los denominados extractivismos. Y la doctrina del shock no sólo se aplica en cuanto a la aceleración de la mercantilización de territorios y cuerpos, sino también en cuanto a la exploración de nuevas estrategias faraónicas.
Y entonces, otra vez, entramos a un mundo de publicidades de colores que en nada se parecen a un balance de consecuencias.
En ese marco es que el megaproyecto de multiplicar por catorce la producción de carne de cerdo para exportar a China se presenta como una posibilidad histórica. También, hablan de valor agregado e incluso de una forma de alejarse del dominio norteamericano y de abastecer las fuentes laborales que nunca estos proyectos dan.
Y en ese mundo de publicidades, los problemas esperados ni se mencionan ni se esperan: los olores, contaminación y exceso de consumo de agua, degradación de las condiciones de trabajo y vida, efectos sobre los productores medianos y pequeños, cuestionamiento a la búsqueda por una soberanía alimentaria, intensificación de un Estado empresarial y del modelo agroindustrial, aceleración de un proyecto demográfico que busca el vaciamiento de la vida rural y de pequeños poblados y más maltrato animal, y más liberación desenfrenada de antibióticos y antivirales. El listado impresiona. E incluso, la lista obligada nos recuerda que este tipo de proyecto tiene un gran potencial en generar diferentes tipos de zoonosis, tal como la que estamos padeciendo en la actualidad. ¿Pero entonces de qué se trató la dicotomía economía y salud? ¿Qué lecciones tomamos de las experiencias del exterior, tal como el de la gripe porcina en oriente o de la rebelión del pueblo de Freirina en Atacama, Chile frente a escenarios similares?
En este programa número 154 de Después de la Deriva, entre tanta urgencia y tanta publicidad, volveremos a las preguntas acerca de este proyecto, pero también a interrogarnos acerca de la naturaleza y límite de los Estados, de la resistencia y las alternativas dadas desde los movimientos sociales y qué sucede cuando surge la pregunta: ¿cómo queremos vivir?
La desaparición de Facundo Castro Astudillo desde el 30 de abril pasado reactualiza con otros nombres y sellos un modus operandi estatal donde puede apreciarse de qué manera entiende el sistema la posibilidad de plasmar políticas públicas de largo aliento, gobierne quien gobierne.
El Estado, represor por su propia matriz y función, pero que por momentos se materializa más brutalmente, vuelve a expresar así de qué manera se maneja con aquellas personas que margina, desprecia y descarta cuando no puede matarla con sus planes de hambre y destrucción.
Las fuerzas policiales o militares puestas en ponderación por el ejecutivo nacional en el contexto pandémico que nos asola, perpetraron un nuevo acto de barbarie en este caso en la localidad bonaerense de Pedro Luro, cercana a Bahía Blanca, en pleno territorio gobernado por Axel Kiciloff y con un ministro de seguridad estrella como Sergio Berni.
Y más allá de las simpatías y pasiones que pudieran despertar agrupaciones o personajes, este nuevo programa de Después de la Deriva acerca de desapariciones en democracia y violencia institucional aspira a funcionar con la misma pertinaz constancia pero en distinto sentido que la maquinaria estatal que se activa en estas situaciones y que tan bien describió en su filme “Antón Pirulero” el cineasta Patricio Escobar, uno de nuestros invitados.
También junto a Leandro Aparicio, abogado de familia de Facundo, y con el enorme aporte de la abogada Verónica Heredia, dos profesionales curtidos en las violencias coloniales y patriarcales, compartimos dolores, aprendizajes y coincidencias para tratar de avanzar en la necesidad de ponerle fin a esta lógica criminal de la democracia capitalista.
Porque la pandemia aún con su magnitud y halo incierto no lo es todo, esta noche en La Tribu seguimos transitando los debates en torno a las prácticas y pensamientos emancipadores.
El rol de los movimientos sociales, el virtuoso legado de Darío Santillán pero también el alineamiento de esas organizaciones con el orden estatal dialogan aquí con la observación acerca del nuevo tipo de institución hegemónica y con la manera en que diversas colectivas pueden inventarse un tipo de vínculo para no quedar atrapadas allí.
Estudio, perspectiva, praxis y preguntas conviven aquí como aporte crítico que resalta un pasado y cuestiona el presente con la certeza de que la potencia de esos espacios -que consideramos parte de nuestro propio andar político-
continúa latente a pesar de ciertos lineamientos generales que hoy los ubican jugando otro juego.
Vaya este nuevo capítulo de Después de la Deriva para el que contamos con los invalorables aportes de dos intelectuales y militantes como Pablo Hupert y Miguel Mazzeo como otra señal que busca desesperada y apasionadamente hallar la ruta donde el horizonte se vea más claro y nos invite a andar.
El planteo de que con la supuesta expropiación de Vicentín se estaba disputando la soberanía alimentaria nos resultó, al menos, ruidoso.
Convencides de la necesidad de disputar el sentido de las palabras, (y por supuesto de las acciones) fuimos en busca de voces compañeras que más allá o más acá de nuestras ideas, nos permitieran tomar el pulso acerca de si se había reformulado radicalmente ese concepto.
Entonces encontramos que «pueblo» resonó en todas las definiciones de soberanía alimentaria y pensamos…¿tiene esto algo que ver con el Estado? ¿No fue -acaso- el mismo Estado el que incentivó un modelo productivo extractivista, basado en la soja de exportación, avasallando comunidades y tierras, despoblando de esta manera el campo?¿Puede garantizar la soberanía alimentaria que una empresa esté en manos del Estado? ¿Puede verse siquiera como punto de partida?Aún si asociamos la soberanía a la idea de Estado nación, ¿fue la estatización de YPF garantía de soberanía energética?¿Pueden los pueblos ser soberanos cuando la producción de cualquier bien o peor aún de alimento está centralizada?
Sólo algunas de las preguntas que nos resonaron estos días y que nos parecen elementales hacer y hacer (nos) para poder caminar hacia Después de la Deriva