El Ejército Zapatista de Liberación Nacional vive días de acoso militar por parte de diversas fuerzas represivas dependientes del Estado mexicano que encabeza el mandatario Andrés Manuel López Obrador.
Y aunque la fórmula gobierno progresista versus territorios, autonomías y medioambiente no puede sorprender a ninguna persona atenta a las lógicas de estas administraciones en nuestros países, la violencia simbólica y efectiva que el sistema mexicano está desplegando en Chiapas y contra sus comunidades no deja de tener en vilo a esa región que alumbró la experiencia zapatista y a quienes desde distintas zonas del mundo nos sentimos inspirados e interpelados por esa novedad política que se sostiene desde su irrupción en 1 de enero de 1994.
Frente a esa situación y capitalizando a favor el poder conocer de voz propia y primera mano la situación que se vive por allí, aprovechamos el formato virtual y a distancia en el que seguimos haciendo radio por La Tribu y nos conectamos con compas del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas (Frayba) y de la Universidad de la Tierra (Unitierra) de Oaxaca que nos regalaron un panorama acabado de las políticas de arriba y de las resistencias de abajo.
Estremece escuchar cómo aún en zonas de fecundo ejercicio autonómico y rebelde que han sabido generar sus propios modos en la salud, la educación, la justicia, la producción y la tierra se padecen los embates extractivistas y colonizadores con que el capital explota, destruye y arrasa valiéndose del truco del progreso, de la inversión, de la necesidad de lucro, de nuestras democracias representativas.
Es ese dolor y esa rabia las mismas que venimos compartiendo en Después de la Deriva cuando hablamos de Argentina en clave de megaminería, de los desmontes, de la sojización, de la factoría porcina, de los incendios en las islas del Paraná, de los parches de las leyes de humedales y bosques que ni siquiera se sancionan como para disimular un poco.
De Buenos Aires al sureste mexicano, en un ida y vuelta que busca re-conocernos para poder mejor pelear juntos, vayan estas voces como palomas mensajeras contra un tiempo injusto y desolador que espera de nuestra mancomunión para que resuene el “ya basta” y nos pongamos a hacer ese mundo donde la igualdad y la emancipación bajen del póster y se echen a andar.
La aparición del cuerpo de Facundo Castro sin vida y la protesta por aumento salarial frente a la residencia de Olivos tuvieron al mismo protagonista: la policía bonaerense .
Y si sobre el primero no hay dudas de que fueron sus efectivos los que mataron y ocultaron el cuerpo del joven, sobre la protesta se presentaron mil interrogantes de izquierda a derecha: su condición o no de trabajadores, la instigación o no por parte de la oposición, etc etc etc…
En Después de la Deriva gustamos desde hace tiempo de intentar abrir nuevos interrogantes y en ese camino, sin más, nos preguntamos: para qué sirve la policía? Para cuidar a qué, de qué, a quiénes o de quienes?
Es posible pensar en una policía buena? Cuando matan, torturan o desaparecen…es por qué cometen excesos?
Pero esta vez fuimos un poco más todavía y nos arriesgamos plantearnos…es posible un mundo sin policías?
Con esta inquietud navegamos por aguas que nos llevaron a una organización norteamericana que se realiza el mismo planteo, también por Colombia donde las fuerzas de seguridad estatal vienen protagonizando una feroz represión en las últimas semanas y, por último, más acá encontramos compañeras que desde el feminismo están pensando formas de resolución de conflicto por fuera del sistema policial y punitivo.
Vaya esta deriva como una posibilidad de pensar el mundo que queremos y conocer experiencias que ya están caminando en busca de nuevos horizontes.
La pregunta acerca de dónde y cómo vivimos aparece mayoritariamente ausente en las discusiones públicas cotidianas. En los pocos casos en que se muestre, suele presentarse ya como situaciones consumadas, sin causas ni intereses que la hayan impulsado, sin historias ni ganadores.
Por supuesto, ni su dirección ni la ausencia de una discusión pública son simplemente una omisión. Por el contrario son parte de una política intensa que se ha montado sobre y desde nuestros territorios. Una política de reordenamiento. Una política demográfica dirigida a vaciar algunos territorios y hacinar otros.
Mientras tanto, la lucha por la ley de humedales sigue teniendo sus presiones para que no sea aprobada. Con una parte del territorio incendiado, el impulso de negociados inmobiliarios a todo vapor, la intensificacion de extractivismos que requieren usar pero no vivir, ocupaciones desesperadas por familias expulsadas de sus territorios, la pregunta por dónde y cómo vivir llama a ocupar el centro de lo político y lo estructural.
En este programa número 160 de Después de la Deriva nos adentramos el caso particular que está ocurriendo en la zona isleña de Tigre compartiendo perspectivas y búsquedas con voces de las comunidades locales. Com
pañeros y compañeras del Observatorio de Humedales Delta y de la Cooperativa Isla Esperanza navegan por las alternativas de vida que ponen acentos en quiénes, cómos, dóndes y para qué.
“Está seco porque llueve poco”, dicen, titulan. Y enuncian eso como si dijeran algo. La sequía terrible que está atravesando una parte de nuestro país está dejando consecuencias dramáticas sobre comunidades y ecosistemas. Se alternan imágenes de animales muertos y comunidades buscado agua donde no hay. Pero la idea de asumirlo meramente como si fuera un meteorito que nos impacta, oculta todo un conjunto de causas que nos han traído hasta aquí.
La naturalización de este fenómeno nada natural no sólo impide reconocer responsabilidades y causas, sino que tampoco permite vislumbrar alternativas o salidas de este situación. Y más aún, esta perspectiva que busca ocultar lo visible desconecta lo que está conectado: sequía, fuego e inundación, no son sino apenas tres situaciones que le suceden a los territorios depredados.
En este programa número 159 de Después de la Deriva, viajaremos al Chaco para comprender qué esta sucediendo entre tanta sequía y marginación, y qué causas, personas e instituciones están involucradas en este terrible escenario. Un programa que nos enfrenta tanto con las consecuencias palpables que produce el sacrificio de los territorios, pero también se trata de un viaje que invita al diálogo con las resistencias que marcan otros rumbos.
El Movimiento Campesino de Santiago del Estero, el MoCaSE, está cumpliendo 30 años de actividad y activación en un período de tiempo donde le ha tocado y le toca lidiar con la ampliación de la frontera agropecuaria, con el festival de la soja, con la bestialidad de las topadoras arrasando los montes y con la lluvia de glifosato sobre sus cabezas.
En este período singular de la historia argentina fue construyendo desde abajo y de manera asamblearia modos de organización, resistencia y construcción para así incorporar la mirada y la vivencia del campesinado en la tumultuosa vida social y política y del país.
La marcha del MoCaSE en estas tres décadas pasó de ser apreciada como la de un movimiento capaz de homologarse con el zapatismo a participar de frentes sociales y partidarios hegemonizados por el peronismo que, como bien puede entender cualquiera de los cualquieras que somos, no sería un espacio muy autonomista y horizontal que digamos.
Esta noche en Después de la Deriva queremos reconocer y saludar ese aniversario que implica una muestra de la vitalidad de una potencia colectiva que no cuadra en las estructuras estatales, sean éstas las del propio Estado o de los espacios que se acomodan y referencian en esa lógica, en esa enmarañada y paralizante subjetividad.
El diálogo con uno de los compañeros del MoCaSE permite visitar la dimensión de lo transitado por esta apuesta que a nivel mundial se referencia en la Vía Campesina y charlar acerca de las decisiones que sostienen sus actuales posiciones en relación a la política de arriba.
Vayan estas palabras voladoras y curiosas para ejercitar la crítica y las diferencias sin por ello querer negar el fenomenal aporte que desde Santiago del Estero se hace cada día para ponerle el cuerpo a la chance de hacer otro mundo, ese mundo emancipado e igualitario que nos desvela y que busca caminos desde donde explayarse.