Los contextos de crisis sociales suelen ser aprovechados por los poderes de turno para consolidar, acelerar y multiplicar sus emprendimientos. Así, como no podía ser de otro modo, se alternan imágenes complementarias de una avanzada represiva y una intensificación de los denominados extractivismos. Y la doctrina del shock no sólo se aplica en cuanto a la aceleración de la mercantilización de territorios y cuerpos, sino también en cuanto a la exploración de nuevas estrategias faraónicas.
Y entonces, otra vez, entramos a un mundo de publicidades de colores que en nada se parecen a un balance de consecuencias.
En ese marco es que el megaproyecto de multiplicar por catorce la producción de carne de cerdo para exportar a China se presenta como una posibilidad histórica. También, hablan de valor agregado e incluso de una forma de alejarse del dominio norteamericano y de abastecer las fuentes laborales que nunca estos proyectos dan.
Y en ese mundo de publicidades, los problemas esperados ni se mencionan ni se esperan: los olores, contaminación y exceso de consumo de agua, degradación de las condiciones de trabajo y vida, efectos sobre los productores medianos y pequeños, cuestionamiento a la búsqueda por una soberanía alimentaria, intensificación de un Estado empresarial y del modelo agroindustrial, aceleración de un proyecto demográfico que busca el vaciamiento de la vida rural y de pequeños poblados y más maltrato animal, y más liberación desenfrenada de antibióticos y antivirales. El listado impresiona. E incluso, la lista obligada nos recuerda que este tipo de proyecto tiene un gran potencial en generar diferentes tipos de zoonosis, tal como la que estamos padeciendo en la actualidad. ¿Pero entonces de qué se trató la dicotomía economía y salud? ¿Qué lecciones tomamos de las experiencias del exterior, tal como el de la gripe porcina en oriente o de la rebelión del pueblo de Freirina en Atacama, Chile frente a escenarios similares?
En este programa número 154 de Después de la Deriva, entre tanta urgencia y tanta publicidad, volveremos a las preguntas acerca de este proyecto, pero también a interrogarnos acerca de la naturaleza y límite de los Estados, de la resistencia y las alternativas dadas desde los movimientos sociales y qué sucede cuando surge la pregunta: ¿cómo queremos vivir?
La desaparición de Facundo Castro Astudillo desde el 30 de abril pasado reactualiza con otros nombres y sellos un modus operandi estatal donde puede apreciarse de qué manera entiende el sistema la posibilidad de plasmar políticas públicas de largo aliento, gobierne quien gobierne.
El Estado, represor por su propia matriz y función, pero que por momentos se materializa más brutalmente, vuelve a expresar así de qué manera se maneja con aquellas personas que margina, desprecia y descarta cuando no puede matarla con sus planes de hambre y destrucción.
Las fuerzas policiales o militares puestas en ponderación por el ejecutivo nacional en el contexto pandémico que nos asola, perpetraron un nuevo acto de barbarie en este caso en la localidad bonaerense de Pedro Luro, cercana a Bahía Blanca, en pleno territorio gobernado por Axel Kiciloff y con un ministro de seguridad estrella como Sergio Berni.
Y más allá de las simpatías y pasiones que pudieran despertar agrupaciones o personajes, este nuevo programa de Después de la Deriva acerca de desapariciones en democracia y violencia institucional aspira a funcionar con la misma pertinaz constancia pero en distinto sentido que la maquinaria estatal que se activa en estas situaciones y que tan bien describió en su filme “Antón Pirulero” el cineasta Patricio Escobar, uno de nuestros invitados.
También junto a Leandro Aparicio, abogado de familia de Facundo, y con el enorme aporte de la abogada Verónica Heredia, dos profesionales curtidos en las violencias coloniales y patriarcales, compartimos dolores, aprendizajes y coincidencias para tratar de avanzar en la necesidad de ponerle fin a esta lógica criminal de la democracia capitalista.
Porque la pandemia aún con su magnitud y halo incierto no lo es todo, esta noche en La Tribu seguimos transitando los debates en torno a las prácticas y pensamientos emancipadores.
El rol de los movimientos sociales, el virtuoso legado de Darío Santillán pero también el alineamiento de esas organizaciones con el orden estatal dialogan aquí con la observación acerca del nuevo tipo de institución hegemónica y con la manera en que diversas colectivas pueden inventarse un tipo de vínculo para no quedar atrapadas allí.
Estudio, perspectiva, praxis y preguntas conviven aquí como aporte crítico que resalta un pasado y cuestiona el presente con la certeza de que la potencia de esos espacios -que consideramos parte de nuestro propio andar político-
continúa latente a pesar de ciertos lineamientos generales que hoy los ubican jugando otro juego.
Vaya este nuevo capítulo de Después de la Deriva para el que contamos con los invalorables aportes de dos intelectuales y militantes como Pablo Hupert y Miguel Mazzeo como otra señal que busca desesperada y apasionadamente hallar la ruta donde el horizonte se vea más claro y nos invite a andar.
El planteo de que con la supuesta expropiación de Vicentín se estaba disputando la soberanía alimentaria nos resultó, al menos, ruidoso.
Convencides de la necesidad de disputar el sentido de las palabras, (y por supuesto de las acciones) fuimos en busca de voces compañeras que más allá o más acá de nuestras ideas, nos permitieran tomar el pulso acerca de si se había reformulado radicalmente ese concepto.
Entonces encontramos que «pueblo» resonó en todas las definiciones de soberanía alimentaria y pensamos…¿tiene esto algo que ver con el Estado? ¿No fue -acaso- el mismo Estado el que incentivó un modelo productivo extractivista, basado en la soja de exportación, avasallando comunidades y tierras, despoblando de esta manera el campo?¿Puede garantizar la soberanía alimentaria que una empresa esté en manos del Estado? ¿Puede verse siquiera como punto de partida?Aún si asociamos la soberanía a la idea de Estado nación, ¿fue la estatización de YPF garantía de soberanía energética?¿Pueden los pueblos ser soberanos cuando la producción de cualquier bien o peor aún de alimento está centralizada?
Sólo algunas de las preguntas que nos resonaron estos días y que nos parecen elementales hacer y hacer (nos) para poder caminar hacia Después de la Deriva
Más acá o más allá de las políticas estatales e institucionales en torno a la pandemia, queremos seguir indagando en las cuestiones que se despiertan y se adormecen por esta crisis planetaria que impacta de lleno en algunos aspectos de la reproducción del capital pero también en las maneras de resistencia y en el alumbramiento de una conciencia ambiental dura y concreta.
En ese inestable equilibrio en vaivén entre los augurios de final de época donde la felicidad aguarda a la vuelta de la esquina y los feligreses de una nueva normalidad que se solazan con el criterio de cambiar algo para que nada cambie, fuimos en busca de otra voz compañera que nos ayude a mirar, andar e interpelar este tiempo.
Y en clave virtual pero con la cercanía que nos regalan las ideas que pugnan por un cambio donde lo comunitario es radical, viajamos hasta Puebla para dialogar con Raquel Gutiérrez Aguilar, socióloga, filósofa y matemática que trabaja intensamente por articular pensamientos y prácticas.
De la academia a las comunidades y de los barrios a las aulas, el tránsito vital de Gutiérrez Aguilar nos regala palabras e intercambios donde nos propone observar este tiempo de emergencia sanitaria como un “umbral” a la vez que invita a burlar las restricciones impuestas para avanzar en un “momento deliberativo más amplio”.
En la charla con Después de la Deriva donde nuestra invitada vierte cada expresión como fruto de una consecuencia sostenida en pensamientos hechos cuerpo, compartimos la crítica a las formas estatales que enmarañan las luchas feministas, de organizaciones y pueblos pero donde ella propone, por ejemplo, una fórmula de acción que sea “no estadocéntrica pero no necesariamente anti-estatal”.
Es otra noche de martes por La Tribu donde alistamos los remos convencidos de emprender una nueva excursión con más herramientas, esas que brotan de la pregunta, del intercambio, de la necesidad y de la absoluta convicción de que es necesario ir hacia otro horizonte.