Si la cuarentena por la pandemia salpicó cada aspecto de nuestras vidas, el trabajo no sólo no es la excepción sino que es quizás una de las actividades más afectadas.
Aceleradora de procesos pre-existentes, visibilizadora de injusticias y profundizadora de la desigualdad, el aislamiento obligatorio puso la forma en la que vendemos nuestra fuerza de trabajo en la primera línea de las transformaciones.
Los que no pudieron más «salir a trabajar», las que tienen que armonizar el trabajo con los cuidados, les que tuvieron que incorporar en semanas el uso de la tecnología, todas y todos vimos atravesadas nuestras vidas por esta realidad que en el caso específico de la educación ya mereció toda una noche de martes aquí en La Tribu.
La autoexplotación, la imposibilidad de pensar junto a otros, de vernos las caras, los límites que se desdibujan entre los productivo y reproductivo, las dificultades para organizarse son algunas de las problemáticas de las y los que debimos someternos al teletrabajo.
Pero más allá de lo que nos sucede a quienes tenemos que laborar en la casa, la situación de quienes no pueden ganarse el mango como los artistas y sus equipos técnicos, la realidad de trabajadores de la salud y la de repartidores son quizás las postales más urgentes que esta noche tratamos de visitar.
Y allí transitamos la tensión entre los héroes que aplaudimos a las 21 y sus reclamos por salarios justos, condiciones dignas y seguras así como la de los músicos que literalmente regalan sus sonidos a la vez que entregan uno de los pocos gestos humanos que sobreviven al agobio y visitamos la experiencia de los trabajadores de reparto que en medio de la pandemia lograron protagonizar paros internacionales que en pocos días concretará su tercera medida de fuerza en buena parte del planeta.
Ver esas postales que agravaron los abusos y tratar de pensar acerca de las clavijas que el sistema aprieta para sostener en funcionamiento sus resquebrajadas certezas mientras dice cuidarnos de un enemigo invisible y voraz, son parte de un plan de viaje hacia la emancipación que puede cuestionar lo que asoma porque antes denunció la aparente normalidad y porque no se resigna a un futuro que siga reproduciendo la barbarie.