El Movimiento Campesino de Santiago del Estero, el MoCaSE, está cumpliendo 30 años de actividad y activación en un período de tiempo donde le ha tocado y le toca lidiar con la ampliación de la frontera agropecuaria, con el festival de la soja, con la bestialidad de las topadoras arrasando los montes y con la lluvia de glifosato sobre sus cabezas.
En este período singular de la historia argentina fue construyendo desde abajo y de manera asamblearia modos de organización, resistencia y construcción para así incorporar la mirada y la vivencia del campesinado en la tumultuosa vida social y política y del país.
La marcha del MoCaSE en estas tres décadas pasó de ser apreciada como la de un movimiento capaz de homologarse con el zapatismo a participar de frentes sociales y partidarios hegemonizados por el peronismo que, como bien puede entender cualquiera de los cualquieras que somos, no sería un espacio muy autonomista y horizontal que digamos.
Esta noche en Después de la Deriva queremos reconocer y saludar ese aniversario que implica una muestra de la vitalidad de una potencia colectiva que no cuadra en las estructuras estatales, sean éstas las del propio Estado o de los espacios que se acomodan y referencian en esa lógica, en esa enmarañada y paralizante subjetividad.
El diálogo con uno de los compañeros del MoCaSE permite visitar la dimensión de lo transitado por esta apuesta que a nivel mundial se referencia en la Vía Campesina y charlar acerca de las decisiones que sostienen sus actuales posiciones en relación a la política de arriba.
Vayan estas palabras voladoras y curiosas para ejercitar la crítica y las diferencias sin por ello querer negar el fenomenal aporte que desde Santiago del Estero se hace cada día para ponerle el cuerpo a la chance de hacer otro mundo, ese mundo emancipado e igualitario que nos desvela y que busca caminos desde donde explayarse.
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