Venezuela es una herida abierta que en el dolor que conlleva porta los cuestionamientos a la lógica imperial siempre enemiga y amenazante pero también a modelos que se presentan como alternativos y terminan siendo funcionales a la tragedia.

La tierra del petróleo, esa orgía de oro negro capaz de sostener ayer nomás a una clase parasitaria en un país empobrecido y luego de pretender echar las bases del socialismo del siglo XXI, se consume al filo de un enfrentamiento que excede la voracidad intervencionista de Estados Unidos.

Una mirada superficial puede ligar al presente venezolano con el golpe en Honduras, con las patrañas legales en Paraguay y Brasil o con la incesante caída de los gobiernos pos-neoliberales que mandaron en Latinoamérica a partir de los tempranos 2000.

Pero esta noche en la 84ta. edición de Después de la Deriva queremos relacionar a Venezuela con otra cara de esos mandatos que detrás de sus poses más o menos desafiantes fueron mansos administradores del capitalismo.

¿Hay manera de interpelar ese ciclo que muestra que después de cada gobierno progresista llega una administración más a la derecha? ¿Es la corrupción un mal necesario, una falla inevitable o un invento orquestado por los grupos mediáticos?

Pero desde nuestras ideas en busca de otros modos de organizarnos y transcurrir, por supuesto nos preguntamos insistentemente acerca de los límites de la democracia burguesa, de la política como mera gestión y de los políticos como representantes y profesionales de una voluntad popular.

Con Venezuela en clave de drama y con nuestros intactos sueños puestos en función de construir el mundo que aspiramos, emprendemos otro viaje por las ideas y las preguntas que nos alimenten para cada batalla por venir.

 

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