El 15 de febrero de 2010, el Poder Judicial de Catamarca, en connivencia con el Poder político y las empresas megamineras, ordenó una violenta represión, obedecida y ejercida con saña por un gran número de policías de la provincia, contra las vecinas y los vecinos de Andalgalá, que bloqueaban el paso a las máquinas mineras, en un camino comunero. Hubo disparos de balas y gases, hubo golpes con cachiporras, hubo perros entrenados para el ataque. Hubo lágrimas, gritos, heridas físicas y emocionales. Lo que no hubo fue piedad con las personas mayores, ni con las mujeres ni con las niñas y niños, algunxs de apenas meses de vida.
Desde ese camino comunero, la violencia armada del Estado se trasladó a la plaza principal y alrededores, donde se había congregado un gran número de personas, para exigir la liberación de lxs detenidxs y el respeto por la autodeterminación del pueblo que entonces, como hoy, dice que no quiere megaminería en su territorio.
Pero lejos de conseguir amedrentar al pueblo, con este acto el Poder político-empresarial de Catamarca lo despertó. Las personas salieron masivamente a expresarse en las calles y a demostrar que el miedo más grande es quedarse sin agua. Se habló de estallido social, de pueblada, de revuelta. Lo cierto es que se trató de un legítimo acto de protesta popular que obligó al Poder Judicial a paralizar el entonces denominado proyecto Agua Rica (hoy rebautizado proyecto MARA, de Yamana Gold, Glencore y Newmont) y a dejar sin efecto el escandaloso proyecto Pilciao 16 (ubicado en el casco urbano del pueblo).
A 13 años de aquel día, el pueblo continúa resistiendo al mismo proyecto y la misma dictadura minera, que gobierna en la provincia sin distinguir partido político. A lo largo de estos años, la violencia estatal contra el pueblo no se ha detenido y continúa con espionaje, judicializaciones, violación sistemática de leyes y derechos, persecución de todo tipo, detenciones y más represión.
Pero tampoco el pueblo cede en su reclamo y no cederá. Sábado a sábado camina, sin detenerse, para exigir se respete su derecho humano al agua, a un ambiente sano y a su autodeterminación.
En este programa especial para Después de la Deriva, desde la Asamblea El Algarrobo, de Andalgalá, Catamarca, ejercitamos la memoria como una forma de resistencia y lucha.
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