El apogeo del saqueo que anuncia un futuro económico promisorio mientras anula toda evidencia y discusión en torno a las consecuencias de las políticas extractivistas, exige que estemos a la altura de ese llamado de la tierra.

Podríamos hablar de principios, de ideas, de sentires, pero la situación dramática que surca aguas, territorios y aires implican una demanda urgente, una toma de posición que no admite maquillajes ni postergaciones.

Y aunque en Argentina el circo electoral vuelve a poner en pausa lo importante para, en cambio, reducir su impacto al resultado final, a los números de una contienda donde la derecha, la extrema derecha y la ultra derecha ocupan casi todo el espectro porque el extractivismo es una lengua común y criminal que no reconoce grieta, nos convidamos a salirnos de ese molde.

Por eso esta noche en Después de la Deriva saltamos las fronteras geopolíticas para ratificar una vez más que las agendas y los ejercicios de las comunidades y los pueblos es la misma y que tenemos necesariamente que aprender y seguir aprendiendo de esas experiencias colectivas que resisten, crean, aguantan, proponen y siguen caminando.
Para ello retomamos charlas que nos reconfortan y nos iluminan con sus vivencias de abajo y a la izquierda para mostrar caminos arduos y difíciles pero, cada vez más, los únicos posibles para salir del laberinto de la exclusión y la muerte.

Desde Uruguay y su Montevideo seco visitamos las formas de organización que se habilitan en medio del desastre hídrico para entender que de la urgencia se sale inventando, ejerciendo lo nuevo, porque delegar nos dejó un cauce extinto.

Y desde el Cauca y volviendo a encontrarnos con el compañero Manuel Rozental, esta vez en clave de homenaje a Hugo Blanco Galdós a días de su muerte y con una edición especial y compartida de su libro “Nosotrxs lxs indixs” que la organización Pueblos en Camino libera desde su web (www.pueblosencamino.org).

Hacemos nuestras las palabras que anuncian esa edición y expresan: “Mirar de frente lo imposible, ponerse de pie ante la maquinaria que somete y extermina, tomar la única decisión posible, la de levantarse, organizadamente, en colectivo, con la tierra y luchar. Luchar y ganar y volver a empezar y seguir luchando y nunca aceptar la derrota ni el fracaso. Entenderlas y levantarse en colectivo o en solitario, lo mejor que se pueda y ponerlo todo, el cuerpo, la memoria, la inteligencia, el alma, ‘corazón de piedra y paloma’ y volar para jamás aceptar la derrota ‘ni aún derrotado’”.

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