PROGRAMA #274 DECLARACION DE GUERRA

El anuncio del titular del Estado Mayor Conjunto, Teniente General Juan Martín Paleo acerca de la movilización de fuerzas militares en ocho planes de campaña de áreas que denominó de «recursos naturales y espacios soberanos» como Vaca Muerta, el Atlántico sur y zonas de extracción de litio, nos exime de cualquier análisis o discurso retórico acerca de la guerra declarada contra las comunidades y los territorios.

La avanzada militar sobre regiones con riquezas naturales que el sistema traduce en acciones de extractivismo, a la vez que muestra la disposición para la represión en pos de concretar su plan de saqueo, pone sobre la mesa que más allá de las elecciones presidenciales de este año y la amenaza del potencial desembarco de la derecha reaccionaria en las altas esferas gubernamentales, el enemigo está cada vez más desplegado e instalado en el poder.

Esta confesión de partes que asumen quienes tienen a su cargo la mera gestión del capital, achica hasta casi hacer invisible el margen de maniobra para aquellas personas que prefieren distraerse, mirar hacia otro lado y maquillar la nula posibilidad que la democracia de palacio tiene para discutir una agenda capaz de contemplar los derechos ganados de colectividades afincadas en tierras que para para el pillaje son apenas “zonas de sacrificio” en nombre del progreso.

Pero, ciertamente, ni las agrupaciones que se pintaron de verde de ocasión ni las organizaciones autodenominadas populares que acompañan estas administraciones y, por tanto, son cómplices del exterminio, pueden balbucear alguna razón más o menos decente o desarrollista que avale este atropello al que ahora se suman las fuerzas militares con su promesa de bala y garrote para garantizar aquello que debe ser hecho.

Es ante este panorama brutal –por lo violento y explícito- que las palabras que el investigador y docente catamarqueño Horacio Machado Aráoz regaló acerca de la noción de los derechos humanos en el marco de la celebración por las dos décadas del No a la Mina en Esquel, resuenan como toma de posición y también como senda a transitar entre modelos profundamente irreconciliables que, por si vale aclararlo, no son los que cacarean a ambos lados de la supuesta grieta.

PROGRAMA #273 20 años de pie

 

Desde hace un tiempo en Después de la Deriva tomamos la decisión de trascender el estudio de radio y la hechura del programa para visitar los territorios de los que tantas veces hemos contado sus historias.
Así llegamos como colectivo a Andalgalá en octubre, donde fuimos parte de la organización del Festival Puentes de Agua; a Mar del Plata en enero, para participar del Atlanticazo; y de Exaltación de la Cruz, donde también le pusimos el cuerpo al armado de un encuentro, siempre haciendo pie en las organizaciones locales, acompañando.
En ese contexto llegamos a Esquel por el aniversario de los 20 años del plebiscito en el que el pueblo dijo no a la mina.
Sabemos, y quienes escuchan el programa también, que el efecto Esquel fue un faro en la lucha socioambiental del país, y de toda Latinoamérica.
Pero solo estando en Esquel se puede entender y sentir lo que es un pueblo entero con una decisión firme: el pueblo manda, el gobierno obedece.
Y el pueblo le dice No a la megaminería en su territorio, pero también es y fue parte de todas las luchas dan en la provincia: la docente, contra la explotación de uranio, de petroleras off shore, contra la usurpación de privados en las naciones de los ríos, contra la criminalización del pueblo mapuche y un sinfin de resistencias.
Estos días en Esquel fueron de fiesta, pero también de encuentro y enlace de todas esas resistencias. Porque el enemigo es enorme, pero nosotras, nosotros, somos capaces de organizarnos no sólo para frenar o revertir los avances del extractivismo, sino para comenzar a hacer y pensar otro mundo en el que queremos vivir.
Vaya en esta deriva un pequeño registro de algunas de esas voces que sonaron en Esquel y que desde sus territorios luchan y construyen un presente y un futuro donde quepan muchos mundos.

PROGRAMA #272 Victimas de la represión estatal, del extractivismo y del entramado económico

 

El informe anual que Correpi presentó el viernes último en Plaza de Mayo dio cuenta que 436 personas fueron asesinadas por el aparato represivo estatal en Argentina durante 2022, con lo que la cuenta de víctimas fatales de la institucionalidad democrática a cuatro décadas de continuidad del régimen, evela la cifra a 8.701 personas.

Esta nómina, dolorosa y popular a la vez, pone en cuestión los fundamentos de un sistema que no solamente no cumplió con esperanzadores enunciados (“con la democracia se come, se cura y se educa”) sino que pone de manifiesto que con la democracia continúa vigente el entramado criminal de la represión para sostener las bases de un modelo de saqueo con cada vez mayores índices de pobreza y desigualdad.

Para visitar esos números y el contexto en el que se expresan, dialogamos con la abogada María del Carmen Verdú, referente de Correpi y especialista en asuntos de derechos humanos y seguridad con perspectiva popular.

La valiosa y valiente labor de Verdú y sus compañeros y compañeras acerca a toda la población unos guarismos escalofriantes sobre 40 años de gobiernos democráticos en los que apenas una cuarta parte correspondieron a administraciones no peronistas. A pesar de este dato también concreto, ella hace un llamamiento a “no al terror amarillo otra vez” en relación a una posible victoria cambiemita en las elecciones de octubre venidero.

Compartiendo con ella la lógica determinación de “no votar victimarios”, en Después de la Deriva creemos que –también en este caso- acotar el problema al gestor o gestora de turno nos pone a bailar una música que no debiera ser la nuestra.

Por eso nos preguntamos, tanto a la hora de tomar nota de la represión estatal, el extractivismo o el entramado económico ¿hasta cuándo deberemos seguir apostando al mal menor? ¿es una alternativa acumular únicamente para que pierda la más malévola de las opciones?

Con nuestro credo 2001 gritando desde entonces “que se vayan todes”, seguimos haciendo nuestra apuesta por una construcción que abajo y a la izquierda tome los problemas en sus manos sin intermediarios ni profesionales de la política.