El 15 de abril de 2011 los habitantes del pueblo purépecha de Cherán, en el estado mexicano de Michoacán, expulsaron a las autoridades y la policía local tras un conflicto que había estallado a partir de la tala indiscriminada de su bosque. Desde entonces se autogobiernan.

Para quienes abrazamos la idea de la no representación, conocer estas experiencias de democracia directa es una tarea necesaria y urgente. Primero, porque refuta la teoría de que se trata de una tarea imposible.

Pero, fundamentalmente, porque en estas historias habitan las potencias y las dificultades que debemos conocer, estudiar y trabajar si queremos que estas realidades se multipliquen.

Y en este camino de cuestionarlo todo nos animamos a una pregunta incómoda también ¿Basta el autogobierno para abandonar el capitalismo y los modos de relaciones sociales establecidos a partir de él?

Y a la inversa ¿Sería posible otra forma de organizar la vida común por fuera del capitalismo que no sea con un autogobierno? ¿Qué pasa con la delegación y la representación en esos contextos? ¿Una vez que los conflictos ceden, es igual la participación de la comunidad?

Cherán es hoy una marca singular en el mapa de la política de un país donde hace 25 años alumbró la gesta zapatista, pero, además, se erige como espejo posible para una organización social y económica que, al mismo tiempo, se nutre de la rica tradición de los pueblos originarios y se proyecta hacia un futuro diferente al que el poder configura con todos sus limitantes.

Se trata de un nuevo viaje que emprendemos desde La Tribu y que más que nunca nos empuja a pensar y a poner en hechos y palabras lo que aspiramos a que asome Después de la Deriva tras vencer las barreras que levantan el capital, sus métodos y sus subjetividades.

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